264 Perdonar siempre, un atajo para el cielo.

264   Perdonar siempre, un atajo para el cielo.

San Juan Crisóstomo nos dice:
·        “Nada nos asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos a perdonar”.
Y el Papa Francisco dice también:
·        “No olvidéis esto: el Señor nunca se cansa de perdonar. ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios con cada uno?”
¡Perdona por favor!:
·        Es ese grito o ese susurro doloroso que se escapa del alma cuando, no pudiendo ya ser contenido, se desliza de nuestros labios..
·        Y eso sucede en el preciso instante en el que se abren nuestros ojos y de pronto vemos las cosas como son y nos damos cuenta del mal que hicimos.
Descubrir y redescubrir el rostro del perdón, nos muestra el arrepentimiento que personas comunes y corrientes pueden llegar a sentir al haber ofendido a alguien que aprecian, en circunstancias netamente cotidianas.
Y es que son esas circunstancias de las que está hecha la vida, es ése nuestro medio de acción y es allí donde cometemos errores.
¿Qué sucede si somos nosotros los que ofendimos, los que se apresuraron en juzgar, los que hirieron?:
·        “Por supuesto, lo primero es pedir perdón; pero un arrepentimiento sincero incluye tratar de reparar el mal cometido”.
Como lo señala la Conferencia Episcopal Argentina en su comentario del perdón: 
·        Perdonar: “Es reparar el mal y es también analizar por qué tengo una personalidad tan poco firme que me dejo llevar por cualquier deseo, instinto o enojo”.
·        Perdonar: “Es también fortalecer mi conciencia débil con: la oración, la meditación de la palabra de Dios y la Eucaristía”.
·        Perdonar: “Necesita del arrepentimiento sincero; que es también una gracia que viene de Dios y nos insta a ir a la razón fundamental de nuestros fallos que están en lo más profundo de nuestro corazón”.
Cuando somos nosotros a los que nos toca perdonar, hemos de recordar que al hacerlo ganamos mucho, abrimos las puertas de nuestro corazón a la experiencia de un amor más puro hacia nuestros hermanos y hacia Dios y además nos liberamos de un rencor que nos envenena por dentro.
·        Sin embargo, debemos siempre tener en mente que Dios:
§  Es la fuente de la compasión. 
§  Es la misericordia
§  Y es a Él a quien nos tenemos que dirigir para poder ser capaces de perdonar… para siempre.
Existen personas que opinan y hasta promueven que perdonar sin sentirlo es hipocresía.
Y de ello nos dice Madre Angélica, fundadora de EWTN:
·        “Cuando una persona decide actuar en contra de lo que su carne siente no es hipocresía, es ¡virtud!”
·        “Aunque sienta que no quiero perdonar o amar a mi enemigo, tengo que hacerlo”.
Finalmente, sólo una vez Jesús nos habla de ser perfectos como el Padre es perfecto (Mt 5, 43-48).
Y lo hace en el contexto de:
·        “No excluir a nadie de nuestra comprensión fraternal, de nuestro amor y de nuestro perdón, incluyendo a nuestros enemigos”.
Vayamos pues, incesantemente, setenta veces siete, a Aquél:
·        Que es el Perdón, la Justicia y al mismo tiempo, la más pura, tierna e insondable Misericordia. 
·        Que nunca se cansa de perdonar y que nos insta a nunca cansarnos de pedir perdón.
·        Que es el Amor.
En resumen vayamos a Dios.
Fuente: Solange Paredes. Catholic.link


Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 27 mayo de 2015 

Publicado en Forumlibertas.com   30  mayo de 2015