319 Enamoramiento: sentimientos y
pasiones
Apoyado en un enriquecedor trabajo del psiquiatra Enrique Rojas en la
web del Opus Dei he diseñado este artículo, para tratar un tema tan apasionante
como es el enamoramiento. Gracias Enrique por poder utilizar la mano mágica de
tu amplia y especial sabiduría. Comienzo:
Los
sentimientos son el modo más frecuente como experimentamos la vida afectiva.
No existen
sentimientos neutros.
Todos los
sentimientos tienen dos caras contrapuestas:
·
Amor - desamor.
·
Alegría – tristeza.
·
Felicidad – infortunio.
·
Paz - ansiedad.
El enamoramiento es un sentimiento positivo de atracción que se produce
hacia otra persona y que hace que se la busque con insistencia.
El
enamoramiento es un hecho universal y de gran importancia:
·
“Pues de ahí arrancará el amor, que dará lugar nada
más y nada menos que a la constitución de una familia”.
Para enamorarse
de alguien tienen que producirse una serie de condiciones previas que poseen un
enorme relieve:
·
La primera es la admiración.
·
La segunda es la atracción.
La admiración, puede darse por diversos hechos:
·
Por la coherencia de su vida.
·
Por su espíritu de trabajo.
·
Por las dificultades que ha sabido superar.
·
Por su capacidad de comprensión.
·
Y un largo etcétera.
La atracción, que:
·
En el hombre es más física
·
Y en la mujer más psicológica.
Hay dos
modalidades, por tanto, de atracción, que son la belleza exterior, por
un lado, y la belleza interior,
por otro:
·
“La primera se refiere a una cierta armonía que se
refleja especialmente en la cara y en todo lo que ella representa; todo el
cuerpo depende de la cara, ella es programática, anuncia la vida que esa
persona lleva por dentro. Y luego está el cuerpo como totalidad. Ambos aspectos
forman un binomio”.
·
“La segunda, la belleza interior, hay
que descubrirla al conocer al otro, y consiste en ir adivinando las cualidades
que tiene y que están sumergidas, escondidas en su sótano y que es menester ir
captando gradualmente:
o
Sinceridad, ejemplaridad, valores humanos sólidos,
sentido espiritual de la vida, etc.
Y esa atracción, que hemos mencionado:
Conlleva un
cambio de la conducta:
·
“El pensar mucho en esa
persona o dicho de otro modo, tenerla en la cabeza”.
El espacio
mental se ve invadido por esa figura que una y otra vez preside los
pensamientos.
Y vienen a
continuación dos notas que me parecen especialmente interesantes:
·
El tiempo psicológico se
vuelve rápido, lo que significa que se goza tanto con su presencia
que el tiempo vuela, todo va demasiado deprisa:
o
Se está a gusto con él/ella y se saborea esa
presencia.
·
Y llega después, la necesidad de compartir…
·
Que acaba en la necesidad de emprender un proyecto de vida en común.
La secuencia
puede no ser siempre lineal, aunque con los matices que se quiera; todo ello se
hace presente de un modo u otro:
·
Admiración.
·
Atracción física y
psicológica.
·
Tener hipotecada la cabeza.
·
El tiempo subjetivo corre
en positivo.
·
Y se quiere compartir todo
con dicha persona.
Pero aún no se
han revelado en ese itinerario afectivo lo que llamo los síntomas esenciales del
enamoramiento, aquellos que son raíz y fundamento de todo lo que vendrá
después, y que consiste en decirle a alguien:
·
No entiendo la vida sin ti.
·
Mi vida no tiene sentido sin que tú estés a mi
lado.
·
Tú eres parte esencial de
mi proyecto de vida.
·
En términos más rotundos: te necesito.
Esa persona se
vuelve imprescindible.
Enamorarse es
la forma más sublime del amor natural.
·
Es crear una “mitología” privada con alguien.
·
Es descubrir que se ha encontrado a la persona
adecuada con quien caminar juntos por la vida.
·
Es como una revelación súbita que ilumina toda la
existencia.
·
Se trata de un encuentro singular entre un hombre y
una mujer que se detienen el uno frente al otro.
·
En ese pararse emerge la idea central: compartir la vida, con todo lo
que eso significa.
Pero ¿Qué entendemos
por “amor”? Se pregunta el papa Francisco:
·
¿Sólo un sentimiento, una condición psicofísica?
Ciertamente, si es así, no se puede construir encima nada sólido.
·
Pero si el amor es una relación, entonces es una
realidad que crece y también podemos decir, a modo de ejemplo, que se construye
como una casa.
·
Y la casa se edifica en compañía. ¡No solos!
·
Construidla:
o
“Sobre la roca
del amor verdadero, el amor que viene de Dios”.
Uno de los
errores más frecuentes sobre el amor, consiste en pensar que éste es sobre todo
un sentimiento y que
ésta es la dimensión clave del mismo.
Se ha dicho,
igualmente, que los sentimientos:
·
Van y vienen, se mueven, oscilan, están sujetos a
muchos avatares a lo largo de la vida.
Este fallo
conceptual ha recorrido casi todo el siglo XX.
Y nos dice Benedicto
XVI:
·
“El paso del enamoramiento al noviazgo y luego al
matrimonio exige diferentes decisiones, experiencias interiores. (…)”
·
“Es decir, el enamoramiento debe hacerse verdadero
amor, implicando la voluntad y la razón en un camino de purificación, de mayor
hondura, que es el noviazgo, de modo que todo el hombre, con todas sus
capacidades, con el discernimiento de la razón y la fuerza de voluntad, dice
realmente: ‘Sí, esta es mi vida’”.
Y nos dice
Enrique:
Pero para
concretar más los hechos que quiero desmenuzar, voy a las Normas del Ritual
Romano del Matrimonio.
En el que se
realizan tres preguntas de enorme importancia:
·
¿Quieres a esta persona…?
·
¿Estáis decididos a…?
·
¿Estáis dispuestos a…?
Voy a detenerme
en estas tres cuestiones.
Porque de ahí arranca
el verdadero tríptico del amor.
Lo que
constituye el fin y como el culmen del enamoramiento.
Cada una de
ellas nos remite en una dirección bien precisa, veámoslo:
La primera,
utiliza la expresión: ¿Quieres…
·
“Y hay que decir que querer es sobre todo un acto de la voluntad. Dicho de otro modo:
en el amor maduro la voluntad se pone en primer plano, y no es otra cosa
que la determinación de trabajar
el amor elegido. La voluntad actúa como un estilete que busca corregir,
pulir, limar y cortar las aristas y partes negativas de la conducta, sobre
todo, aquellas que afectan a una sana convivencia. Va a lo concreto. Por eso,
la voluntad ha de representar un papel estelar, sabiendo además hacerla
funcionar con alegría. Esto lo saben bien los matrimonios que llevan muchos
años de vida en común, con una relación estable y positiva”.
La segunda
pregunta utiliza la expresión: ¿Estáis
decididos? …
·
“La palabra decisión remite a un juicio, que no es otra cosa que un acto de la inteligencia. La
inteligencia debe actuar antes y durante. A priori, sabiendo elegir la persona más adecuada. El juicio ha
de ser capaz de discernir si esa es la mejor de las personas que uno ha
conocido, y la más apropiada para embarcarse con ella toda la vida. Es la
lucidez de tener los cinco sentidos bien despiertos. Por eso, inteligencia es saber distinguir
lo accesorio de lo fundamental; es capacidad de síntesis. Inteligencia es saber
captar la realidad en su complejidad y en sus conexiones. Y debe actuar
también aposteriori,
utilizando los instrumentos de la razón para llevar con arte y oficio a la otra
persona. Ese saber llevar está
repleto de lo que actualmente se llama inteligencia emocional, que es la cualidad para mezclar,
ensamblar y reunir a la vez inteligencia y afectividad: capacidad
imprescindible para establecer una convivencia armónica, equilibrada, y feliz,
en definitiva”.
El tercer
ingrediente del amor de la pareja, aunque lo hemos mencionado al principio, son
los sentimientos.
La siguiente
pregunta que se hace en el Rito del matrimonio es: ¿Estáis dispuestos?...
·
“La disposición es
un estado de ánimo mediante el cual nos disponemos para hacer algo. En sentido estricto esto
depende de la afectividad, que está formada por un conjunto de fenómenos de
naturaleza subjetiva que mueven la conducta. Y como ya hemos comentado, se
expresan de forma habitual a través de los sentimientos”.
·
Para vivir la afectividad existen cuatro modos:
o
Sentimientos, emociones,
pasiones y motivaciones. Cada uno ofrece una mirada distinta.
§ Los sentimientos constituyen
la vida regia de la afectividad, el modo más frecuente de vivirla.
§ Las emociones son
estados más breves e intensos, que además se acompañan de manifestaciones
somáticas: alegría desbordante, llanto, pellizco gástrico, dificultad respiratoria,
opresión precordial, etc.
§ Las pasiones presentan
una mayor intensidad y tienden a nublar el entendimiento o a desdibujar la
acción de la inteligencia y sus recursos.
§ Y, finalmente, las motivaciones,
cuyo palabra procede del latín motus:
lo que mueve, lo que empuja a realizar algo; son el fin, y también, por tanto,
el motor del comportamiento, el porqué de hacer esto y no aquello.
Entre las
cuatro existen estrechas relaciones.
¿Qué quiere
decir esto, y cuáles son las características que aquí deben darse?:
·
“Las personas, hombre y mujer, deben casarse cuando
estén profundamente enamorados
uno de otra. No se trata de sentirse atraído sin más o que le guste o le
llame la atención. Tiene que ser mucho más que eso”.
·
¿Por qué? Porque se trata de la opción fundamental. No hay otra
decisión tan importante y que marque tanto la existencia, se trata nada más y
nada menos de la persona que va a recorrer el itinerario biográfico a nuestro
lado”.
Se han visto
muchos fracasos en personas que se casaron sin estar enamorados de verdad, y se
casaron:
·
Porque llevaban años saliendo de novios.
·
Porque tocaba casarse.
·
Porque muchas de las amistades más cercanas ya estaban
casadas.
·
Por no quedarse soltera/o.
Y así podríamos
dar otras respuestas inadecuadas.
Si ese
matrimonio arranca ya con unas premisas poco sólidas…, amores que nacen más o
menos con materiales de derribo y que, antes o después, tienen mal pronóstico.
El amor conyugal debe estar vertebrado de estas tres notas:
·
Sentimiento.
·
Voluntad.
·
Inteligencia.
Tríptico
fuerte, consistente.
Cada uno con su
propio ámbito, que a la vez se cuela en la geografía del otro.
·
“Es una alianza por la que el varón y la mujer
constituyen entre sí un consorcio de vida, ordenando al bien de los cónyuges y
a la generación y educación de la prole”
En otras páginas del Catecismo se define el amor entre un hombre y una
mujer como:
·
“Humano, total, fiel y
fecundo”.
De este modo se
aspira a alcanzar una íntima
comunidad de vida y amor, pues se trata de un vínculo sagrado, que no puede
depender del arbitrio humano, porque está arraigado en el sentido sobrenatural
de la vida, teniendo a Dios por su principal artífice.
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 31 julio de 2015
Publicado en Forumlibertas.com 10
agosto de 2015