191 En el día de la Esperanza
Esta
Semana Santa de 2014 tuve la oportunidad de ver salir de su Iglesia de San Gil
y Santa Ana al Señor del Gran Poder y a la Esperanza. Y en estos días cercanos
al 18 de diciembre, día de la Esperanza, quiero recordar la grata sensación
emotiva de tan especial vivencia.
Martes
Santo, seis de la tarde, el sol de Andalucía acaricia con sus rayos esta plaza
granadina de tan especial belleza, el templo abre sus puertas y empieza
pausadamente a desfilar el cortejo, la gente emocionada bulle en silencio, todos
se unen para contemplar el esplendor de la salida, el entorno colindante parece
estar diseñado con finura por la mano de un genial artista.
Todo
es una obra colosal, y con un silencio sepulcral de duelo sostenido, sale
Cristo; es el Gran Poder de Granada.
Es
Cristo el mensajero de la Esperanza.
Es
Cristo que con su “gran poder” cautiva, un año más, nuestras almas.
Es
Cristo que desde las calles de Granada va conquistando nuestras tristes o
alegres vivencias.
Cristo
recoge nuestra oración y la hace llegar a la Esperanza, pues Ella es la Madre.
Ella
es la Madre, que quiere y sabe convertir nuestra insignificante poquedad en
eterna grandeza.
Y
transcurridos unos instantes sale Ella, y el cielo de Granada resplandece.
Y
la Esperanza desde su trono, ese trono elaborado con amor y por amor, calla y
contempla.
Ella
bendice en silencio desde su corazón vigilante.
Ella
en su alma siente el caudal inmenso de unas oraciones entrecortadas; son miles
de corazones que vibraban con entusiasmo, son miles y miles las necesidad de un
pueblo andaluz que sufre: la crisis, el paro, la enfermedad, el hambre, la
desesperanza …
Todo
se agolpa en el gran corazón de la Madre.
Ella
es la Esperanza y quiere colmar de gozo nuestros corazones.
Ella
es la Esperanza y sabe que está en Granada, junto a: la Alhambra, al Albaicín y
al Sacromonte, y quiere desde allí entregar a Granada un caudal de gracias, un
sinfín de esperanzas, un cúmulo inmenso de peticiones ya cumplidas.
Ella
es de Granada, y vibra con entusiasmo y emocionada junto al calor de sus hijos.
Ella,
todos lo saben, por ser de Granada y ser Madre, cuida con delicadeza maternal a
todos los ciudadanos.
Y
a Ella, todos, grandes y pequeños, sanos y enfermos, saben agradecerle el poder
vivir bajo el “embrujo” esperanzador de una tan gran Señora.
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 13
diciembre de 2014