122    Religión en el aula

Hace unos días, en un diario de este país  leí un artículo en el que se hacía una brillante disertación sobre las clases de religión en el actual sistema educativo. La situación es patética. Los organizadores del sistema educativo actual elucubran con sus privilegiadas mentes para obstaculizar -no sabemos si de forma consciente o inconsciente- la enseñanza de la religión, dan toda clase de facilidades para que el alumno/a elige  todo menos religión.
Religión y valores
¿Y yo me pregunto? : ¿Es que la cultura de nuestros pueblos, la raíz de nuestra existencia, el fundamento de nuestras tradiciones, el principio vital de muchas de nuestras costumbres, no tiene una base sólida en la religión católica?
Además, es evidente que Dios es tan importante que merece un hueco en la educación de nuestros jóvenes. Los ideales que emanan del cristianismo son de tal calibre  que el joven o la joven deben al menos conocerlos para poder valorarlos. Es cierto que la religión no se debe, ni se puede imponer, pero tampoco se puede imponer el silencio religioso; teniendo en cuenta que la religión es fundamentalmente una "ciencia" que prolonga su existencia hasta abarcar el apasionante mundo de toda una eternidad.
Privar al joven de valores eternos, de virtudes, de ideales nobles y trascendentes, de normas para que evite su destrucción, es una "canallada". Dios es un componente fundamental de nuestra historia, tanto para el creyente, como para el que no lo sea; achicar el horizonte grandioso de nuestras vidas, olvidar que hubo una persona fantástica llamada Jesús, atreverse a hacer callar al Hombre más sorprendente de la historia, parece una insensatez. Al menos que, con ello, se pretenda educar al joven en un clima de "tierras movedizas"; en un clima falto de raíces profundas; en un clima turbio, ausente de verdades fundamentales. En cierta manera eso ya lo hemos conseguido, porque ya vemos como nuestros jóvenes  deambulan buscando un fundamento para sus vidas: nadie se los ha dado. Le han dado, o mejor le hemos dado: libertinaje, holgazanería, sexo, alcohol, droga, comodidades en exceso, mentiras; pero no hemos sido capaces de formarlos según unos principios sólidos.
Ya es tiempo para que reaccionemos, si no, nuestros jóvenes: hombres y mujeres quedarán privados de una fuerza imponente: la única que les puede hacer feliz. Y de esa fuerza, la religión tiene bastante que decir, porque Dios  es la fuerza. Él es el motor. Él es la vida. Al menos Él Es en si mismo, tú y yo dependemos de...

Publicado en Diario JAÉN             18 - 10 - 1999
Publicado en Diario ABC Madrid      20 - 10 - 1999

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