53  La cultura de lo chabacano

Hoy, hablamos mucho de libertad, pero tras ella, por desgracia -en muchas ocasiones- , se esconde un libertinaje salvaje que oprime, aniquila y destruye al ser humano. Hoy hablamos mucho de amor, pero tras él escondemos -con frecuencia- el más brutal de los egoísmos; el sexo -por ejemplo- desvinculado de un sentimiento, desvinculado de un hábitat que propicie unas relaciones auténticas, se convierte en un acto que acaba repugnando, animalizando al ser humano, convirtiéndolo en un ser vulgar que se deja llevar por él inhumano placer de los bajos instintos. Hoy día, es frecuente confundir el amor con el sexo, y con ello desvinculamos el amor de su carácter intrínseco, de su carácter esencial, de su significado profundo. Convertimos algo tan sacro, el amor, en una vulgaridad.
¿Y qué pasa con la cultura? pues, con frecuencia, sucede algo similar; hoy, a actividades vulgares, chabacanas, le ponemos el sello de nuestra cultura. Y a través de instituciones culturales, a través de centros públicos de cultura se patrocinan y sufragan actividades que se alejan, gravemente, del fin que se pretende.
Entiendo que los jóvenes por ejemplo, quieran crear su propia estructura social, su propia identidad, pero si esa identidad, esa estructura, se aleja de unos cánones adecuados, lo que promueven, no puede por mucho que se empeñen llevar el signo de nuestra cultura.
Un ejemplo, en estos días se ha organizado un Concierto Rock en una de nuestras ciudades de Andalucía, los grupos que participan, llevan estos nombres, entre otros : LAS MIERDAS, CHUPACABRAS...etc. Este evento ha sido patrocinado por el área de cultura del Excmo. Ayuntamiento de dicha ciudad. Para darlo a conocer se ha hecho una campaña publicitaria costosa, que se ha repartido por toda la provincia. Los carteles de grandes dimensiones llaman la atención, y en ellos “la mierda” y el “chupacabras” resaltan como inequívoca muestra de nuestra cultura de vanguardia.
¿Y yo me pregunto: es que hoy, a los jóvenes, hay que darle lo que quieran y al precio que quieran? Es verdad que la fuerza impetuosa de la juventud es grande y nos atropellan con su vigor. ¿Pero no convendría parar algo la chavacana vulgaridad de algunos jóvenes mal instruidos y fomentar la cultura auténtica que dignifica al hombre y lo aleja de la bestia? ¿O por el contrario tenemos que tragarnos por narices el olor nauseabundo de una incultura degenerativa y funesta?
Para terminar, se me ocurre que quizás sería mejor que a los jóvenes en vez de permitirles hacer de todo, les ofreciéramos trabajo; un trabajo que necesitan y no tienen. Y en su ausencia, faltos de una motivación que dé a su vida estabilidad, buscan en la vulgaridad una forma llamativa de repulsa.

Publicado en Diario JAÉN            13  del  7  de  1997
Publicado en Diario ABC (Sevilla)    21  del  7  de  1997

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