38 Ejemplo
para el futuro
¡¡loly, y para ti un beso!!
Siento una emocionada y profunda pasión cuando de lo que
se trata es de hablar del cielo, porque el cielo -trono de Dios- es el lugar en
donde se culmina la victoria definitiva, allí se hace presente el triunfo del
hombre, desaparece lo caduco, y se da paso al encuentro para
toda la eternidad con el Dios que siendo Señor soberano, se hace Padre para
amar, con la plenitud de la que es poseedor, a todos los hombres.
Y en esta ocasión quiero hablar del cielo para mandar un
beso a una amiga entrañable: Loly. Ella desde Jaén, donde siempre ha vivido, ha
marchado para el encuentro definitivo con Jesús, al que amaba apasionadamente.
Su esposo, Antonio Morales, también es un gran amigo, un
amigo que me enseñó con su ejemplo a descubrir en el hombre la verdad de Dios.
A él pido perdón, porque abusando de su amistad, sin
querer he podido romper su intimidad, pero es que La luz, Luz de Dios, ha de
ponerse en el candelero, para que alumbre a todos los hombres. Antonio y Loly
han sabido y han querido ser luz, han sabido dar, han sabido compartir desinteresadamente,
han querido dar testimonio de la verdad, verdad que siempre en ellos llevaba,
marcado a fuego, el sello de nuestro Maestro y Señor Jesucristo.
Ya es hora de que, abiertamente, hablemos para ejemplo de
las generaciones venideras, de aquellos hombres que con su vida: oculta y
sencilla han dado, y siguen dando, un testimonio: un testimonio edificante, un testimonio
que manifiesta la capacidad de amar del hombre.
A veces, tenemos en el olvido tantos ejemplos de hombres
y mujeres, que han dado, desde el anonimato, su vida por una causa noble.
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Esperemos que algún día lo noticiable sea también
fecundo, y entre otras muchas cosas, sea de nuevo noticia -noticia de portada-
la conquista del cielo, por parte del hombre, para toda la eternidad.
Enhorabuena Loly, porque tú que has corrido bien la
carrera, has llegado a la meta y has merecido la corona de la vida. El cielo,
peana regia del Dios soberano, es también tu trono, trono que compartirás
con todos aquellos que ya han cruzado favorablemente –a través de la muerte- el
umbral de la auténtica esperanza.
Publicada en Diario Jaén el 20 del 10 de 1996