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terrible horror de un holocausto.
Hace unos días celebrábamos consternados el 50
aniversario de un holocausto, la terrible crueldad del nefasto acontecimiento
debería de tener dolorida a la humanidad hasta el final de los tiempos.
Es triste pensar que el ser humano sea capaz de dar
cabida en su corazón tanta maldad, no es fácilmente explicable. Parece
corresponden a una diabólica maquinación, en la que el diablo con su malvado
poder hiciera un pacto con un ser humano, que no sería de hecho creación Divina,
sino mas
bien un engendro procedente de una galaxia de seres sin
entrañas, para los que la maldad fuera el principio y el fin.
Sea lo que fuese, el hecho es que un hombre llamado
Adolfo Hitler, de tristísimo recuerdo, fue capaz de matar a millones de hombres
y, sin entrañas o con ellas, fue causa de un hecho que terriblemente conmocionó
el mundo entero, a partir de entonces todos deberíamos de sentir el peso de la
culpa y expiar la maldad que tan tremendo hecho produjo.
Pero por desgracia los hombres, lejos de un sentimiento
de culpabilidad, seguimos por el contrario propiciando holocaustos: La maldad
engendra maldad, el egoísmo situaciones insostenibles, el placer muertes horrendas,
fruto en ocasiones de un sexo desenfrenado.
Y como consecuencia ahí están los millones de muertos de
hambre a los que nadie asiste y para los que no tenemos nada; ahí está la continua crueldad de un terrorismo generalizado que como potente
artefacto cada vez extiende con mayor eficacia su radio de acción en todo el mundo;
ahí
está Ruanda que sigue estremecida ante la crueldad;
Argentina que ve el permanente lamento de unas madres que estérilmente reclaman
un porque que justifique tan tremenda pérdida; ahí está también, como no, el
último modelo de cámara de gas, las sagradas entrañas de la madre, que son recinto
creado por Dios para dar la más importante de las vidas y han sido convertidas
por el hombre en horno crematorio del ser que empieza a vivir; y ahí está un
largo etcétera lleno de enigmas inexplicables que llevan impreso el sello de un
dolor cruelmente infecundo.
¡¡Hasta dónde seremos capaces de llegar!! Quizás algún
día, teniendo en cuenta que los hijos de las tinieblas son mas sagaces que los
hijos de la luz, su sagacidad les será propicia para conseguir que el ser humano
muera incluso antes de haber nacido, ya de hecho esto pasa, pero el día que se generalice la cultura de la muerte habrá
vencido y el holocausto con sus destructoras garras habrá alcanzado a toda la
humanidad.
¿Y ello porque, Señor Jesús, Padre nuestro? ¿Es que nos
has vuelto la espalda y has abandonado a tus hijos predilectos? ¿0 somos acaso
nosotros, que merecemos esta cruel desventura por haber abandonado Tus sabias
disposiciones y haber seguido los nefastos consejos de tantos profetas de
falsas doctrinas que acaban generando solo destrucción?
De todas formas esperemos, con la certeza de quien cree firmemente
en la esperanza que la sensatez del hombre creado para el bien prevalezca y al
final triunfe la justicia y con ella la vida. Vida para la que felizmente hemos
sido creados.
Publicada en Diario JAÉN 20 del 5 de 1995