569 Las claves de la sabiduría.
El último fenómeno literario francés: “El alma del mundo” de Frédéric Lenoir tiene como
protagonista la crisis de valores
de la sociedad actual y la búsqueda que
debe emprender el hombre para salvarse.
El autor ha atendido a “El
Confidencial” para presentar este libro, nos dice:
·
“Descubrí
la filosofía cuando era adolescente, y más tarde viajé a la India. Leí a los
grandes místicos cristianos, indios y musulmanes, y todo esto formó en mí una
especie de síntesis de las claves de la sabiduría”.
El ser humano ha obtenido sus derechos, pero ahora
tiene que descubrir sus deberes. Lenoir cree que esta encrucijada puede dar
lugar tanto a lo mejor como a lo peor:
·
“El peor
de los escenarios posibles sería aquel en el que triunfase el consumismo, en
que el dinero fuese el rey, lo que daría lugar a un
mundo individualista, egoísta, narcisista, donde no podríamos vivir juntos”.
·
¿Y el
mejor? Aquel que presenta como posible en El
alma del mundo: Un mundo en el que iríamos más allá del consumismo para
adentrarnos en una búsqueda de la vida interior en la que la persona pueda
desarrollar sus capacidades. Es la época de la responsabilidad. El individuo se
ha emancipado de las tradiciones y los grupos y ha conseguido sus derechos, pero
ahora tiene que descubrir sus deberes hacia los demás, hacia la sociedad, hacia
el planeta…”
·
“Nuestro
mundo es materialista y lo que hacen falta no es
más religión, sino más espiritualidad. Al individuo le hace falta más
vida interior”.
Las claves de la sabiduría:
Del sentido de la vida.
Nos indica Lenoir:
Nos indica Lenoir:
·
“La idea
preconcebida que comparte la mayor parte de la gente es que el ser humano será
feliz si consume más objetos Lo que es una mentira, ya que debido a la lógica
del consumo vamos a querer cada vez más”.
·
“Para
escapar hay que pasar del “tener” al “ser”, y del
“siempre más” al “siempre mejor”.
·
“Todos
conocemos mucha gente que tiene un montón de objetos que sigue siendo infeliz,
agresiva y que no ha resuelto sus problemas personales”.
Los jóvenes piensan que si no tienen determinada marca
de zapatillas, el último modelo de teléfono, ordenador, etc., están
descalificados socialmente”.
Del cuerpo y del alma.
Lenoir señala, haciendo buena la fórmula:
Lenoir señala, haciendo buena la fórmula:
·
“Mens sana in corpore sano”,
Que no hay que despreciar ni la parte física ni la
psíquica de nuestra naturaleza.
El autor cita las célebres frases de François Rabelais:
·
“Ciencia
sin conciencia es la ruina del alma”
O de André
Malraux:
·
“La
revolución será espiritual o no será”
Oriente nos lleva hacia esa profundidad espiritual que
solía tener el cristianismo, pero la religión cristiana se ha concentrado
demasiado durante los últimos siglos en la exterioridad del dogma y no en la
experiencia interior.
Lenoir considera que:
·
“En el mundo en el que vivimos el valor supremo es
el dinero, y que por esa razón la
crisis nos ha pillado desprevenidos”.
·
“Desde el
final de la Segunda Guerra Mundial no habíamos vivido un período de
decrecimiento como este en el que nuestra propia situación es muy precaria y
nuestros hijos seguramente ganarán menos dinero que nosotros. Por eso si
nuestro único valor es el dinero, viviremos en el drama”.
Abre tu corazón.
Aun así, Lenoir reconoce:
·
“En toda
relación amorosa hay una parte de egoísmo y una de altruismo, puesto que es la
lucha constante en toda pareja. Hay cosas que necesitamos y que vamos a buscar
en la otra persona, que nos proporciona placer, seguridad y nos hace crecer, lo
que sería una forma de egoísmo, pero al mismo tiempo le damos algo, le queremos
por lo que es, tenemos ganas de que le vaya lo mejor posible. Sin embargo,
dependiendo de a qué lado se incline la balanza, así marchará la relación. Las relaciones evolucionan en este
equilibrio frágil“.
·
”Cuando
el altruismo es más fuerte, la pareja es cada vez más profunda y sólida. Cuando
el egoísmo es más fuerte, la relación es más frágil, porque esperaremos que
nuestra pareja siempre nos vaya a dar lo máximo”.
Las cualidades que debemos
cultivar y los venenos que debemos desechar
Nos dice Lenoir:
Nos dice Lenoir:
·
“Que en
ocasiones, nos dejamos llevar por los impulsos negativos, como pueden ser: la
envidia, el odio, la injusticia o la corrupción, cuando realmente deberíamos
impulsar: “lo bueno, justo y luminoso”.
·
Es decir,
deberíamos impulsar: el asombro, el esfuerzo, la dulzura, el buen humor, la
alegría, la jovialidad, la generosidad, el coraje…”.
·
“¿Pero no
vivimos en una sociedad que premia a aquellos que peor se comportan? Es
excesivo afirmar eso”
En la actualidad existen dos sistemas de valores que
se enfrentan:
·
“Uno,
individualista, que está destruyendo las sociedades y que defiende utilizar
métodos ilícitos”.
·
“Y otro
que apuesta por la justicia y la verdad, que son
valores eternos y que están presentes en todas las culturas”.
Precisamente, Lenoir admite que la principal
motivación para escribir este libro era mostrar que la bondad y el amor son
universales, y que por ello, debemos rescatarlos en este preciso momento.
De la verdadera libertad.
¿Es el hombre libre?
¿Es el hombre libre?
Lo que necesitamos para ser libres, es enfrentarnos a:
·
“Las
ideologías materialistas, consumistas, la presión de los modelos culturales”.
¿Y cómo?:
·
“Con la razón y la filosofía, trabajando
con uno mismo para conocerse mejor, dominar las propias pasiones”.
Y de esa manera seremos libres.
De la aceptación de lo que es.
La felicidad y la infelicidad se encuentran dentro de nosotros; una idea ampliamente difundida pero que no ha impedido que esta sea una de las sociedades más infelices de la historia del hombre. ¿Por qué?:
De la aceptación de lo que es.
La felicidad y la infelicidad se encuentran dentro de nosotros; una idea ampliamente difundida pero que no ha impedido que esta sea una de las sociedades más infelices de la historia del hombre. ¿Por qué?:
·
“Cuando
abandonamos este mundo por el modernismo, ese de la felicidad individual,
descubrimos la euforia de la libertad política, la posibilidad de escoger un
oficio, experimentar una sexualidad libre, pero se han perdido esos vínculos de
solidaridad, comunión y sentido que daba la religión. El hombre modernista debe
volver a encontrar esos vínculos”.
Ello ha dado lugar a una paradoja:
·
“Hay
mucha gente que a pesar de la libertad le faltan el amor y la fraternidad.
Debemos intentar unir los dos”.
¿Hemos perdido más de lo que hemos ganado por el
camino?
Lenoir se lo
piensa y nos dice:
·
“No
quisiera vivir en un universo cerrado. Prefiero la libertad”
·
“Hay gente que no tiene esa libertad, que vive
en sociedades tradicionales y quizá sea más feliz que yo, pero no podemos renunciar a la libertad”.
·
“El gran
don de la libertad”.
Del arte de vivir
En definitiva, lo que el filósofo defiende es una reivindicación de la “filosofía y la espiritualidad” más que de la religión, ya que en ella hay una dimensión colectiva e identitaria que puede crear violencia. Personalmente no estoy de acuerdo con esta afirmación por lo que lo intentare aclarar en los comentarios posteriores.
En definitiva, lo que el filósofo defiende es una reivindicación de la “filosofía y la espiritualidad” más que de la religión, ya que en ella hay una dimensión colectiva e identitaria que puede crear violencia. Personalmente no estoy de acuerdo con esta afirmación por lo que lo intentare aclarar en los comentarios posteriores.
Al igual que Lenoir en su libro y El Confidencial a
través de su entrevista han plasmado estas ideas de tanta importancia; yo
quisiera también, dentro de esta difícil misión que ha consistido en refundir y
restructurar el mensaje y la entrevista, dar a conocer ahora mi idea al
respecto confrontándola con algunos de los criterios de Lenoir.
Lenoir en el marco de su
filosofía presenta como una disparidad entre religión y espiritualidad. Acentúa
la importancia de la espiritualidad, pero a costa de relegar la religión,
dándole a ella una importancia relativa; y además acentuando, de ella, características
negativas como la violencia y la pérdida de su propia identidad. Por ello, él, justifica
la trascendencia de la espiritualidad. Ciertamente la espiritualidad tiene un
valor importantísimo en sí mismo, pero no podemos por ello marginar la
trascendencia indiscutible de la religión. Además mientras que la
espiritualidad, basada en ritos y en filosofías orientales, es ambigua en la
forma en que se ejercita y práctica, la religión católica por ejemplo o el
cristianismo en general tiene unas raíces muy profundas, tiene un mensaje claro
y contundente, tiene un personaje llamado Jesucristo, que es Dios, y que desde
el Cielo vino a la tierra para efectuar la redención y enseñarnos cuál es el Camino, que es la Verdad
y quién es el Autor de la Vida. Así por lo tanto mientras que la religión
cristiana es una religión con una base sólida y unos fundamentos estables y que
han sido, y son, duraderos durante 2 milenios, la religiosidad oriental no
tiene un fundamento claro filosóficamente hablando, ni en cuanto a lo que la
religiosidad se refiere puesto que falta ese Ser superior que le daría
identidad propia. En las filosofías orientales Dios no es un ser concreto, es
un “personaje”: ambiguo, etéreo y difuso. El Dios oriental más que una persona
es una idea, una energía, un sentimiento, el cosmos; y al igual que con ese
Dios sucede con la doctrina, con el magisterio; en estas filosofías la
ambigüedad prevalece. Otro dato que quiero aclarar es el carácter violento de
las religiones, ciertamente en algún sector de algunas de ellas, solo algún
sector del Islam en concreto, y alguna otra, se aprecia una tendencia
desmesurada hacia la violencia y hacia el fanatismo que les hace perder su
auténtico sentido; pero ello no se puede generalizar puesto que las religiones
tienen un claro mensaje: de amor, de paz y de fraternidad; otra cosa es la
torpeza, el egoísmo, la sinrazón, el afán de poder de las personas que en
tantas situaciones enturbian y contaminan la realidad.
Publicada en DIARIO DE ÁVILA
Digital 17 de noviembre de 2016
Publicada en “Cartas al
Director, Tu voz en la red” Digital
2 de
diciembre de 2016