213 Junto a la cama del enfermo.
Con motivo de la
XXIII Jornada Mundial del Enfermo que hemos celebrado el miércoles, 11 de
febrero de 2015, vamos a recordar el mensaje del Papa Francisco. Con ocasión de
la XXIII Jornada Mundial de Enfermo, instituida por San Juan Pablo II, el Papa
Francisco se dirigio a todos los que llevan el peso de la enfermedad y de
diferentes modos están unidos a la carne de Cristo sufriente; así como también
se dirigio a los profesionales y voluntarios en el ámbito sanitario.
El tema de este año,
quería el Santo Padre que nos llevara a meditar una expresión del Libro de Job:
«Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (29,15).
Queria hacerlo en la incomparable
perspectiva de la “Sapientia cordis”, la sabiduría del corazón.
Con un gran amor y con
un tierno derroche de sabiduría el Papa nos dice:
<< Queridos
hermanos y hermanas: Sabiduría del corazón es servir al hermano. En el discurso
de Job que contiene las palabras “Era yo los ojos del ciego y del cojo los pie”
Se pone en evidencia la dimensión de servicio a los necesitados de parte de
este hombre justo, que goza de cierta autoridad y tiene un puesto de relieve
entre los ancianos de la ciudad. Su talla moral se manifiesta en el servicio al
pobre que pide ayuda. >>
Y continúa haciendo
referencia e insistiendo en el meritorio agotamiento físico-psiquico de los que
cuidan durante largo tiempo a los enfermos:
<< Este servicio,
especialmente cuando se prolonga en el tiempo, se puede volver fatigoso y
pesado. Es relativamente fácil servir por algunos días, pero es difícil cuidar
de una persona durante meses o incluso durante años, incluso cuando ella ya no
es capaz de agradecer. Y, sin embargo:
¡Qué gran camino de
santificación es éste! >>
Hoy, en el tremendo y
cruel marco de la cultura de la muerte, se insiste y se jutifica que vidas
gravemente afligidas por enfermedades no serían dignas de ser vividas. El Papa
también, en este dia, ha querido dejar claro el testimonio de la Iglesia que
nunca claudicará ante la cultura de aniquilar al enfermo o al deficiente:
<< Sabiduría del
corazón es estar con el hermano.
El tiempo que se pasa
junto al enfermo es un tiempo santo.
Jesús mismo ha dicho:
«Yo estoy en medio de
vosotros como el que sirve» (Lc 22,27).
En cambio, qué gran
mentira se esconde tras ciertas expresiones que insisten mucho en la «calidad
de vida», para inducir a creer que las vidas gravemente afligidas por
enfermedades no serían dignas de ser vividas. >>
Aquí el Papa que, por
la fuerza de su amor, es conocedor de la auténtica sabiduria, nos recuerda el
inmenso valor del tiempo dedicado a los enfermos:
<< Sabiduría del
corazón es salir de sí hacia el hermano. A veces nuestro mundo olvida el valor
especial del tiempo empleado junto a la cama del enfermo, porque estamos
apremiados por la prisa, por el frenesí del hacer, del producir, y nos
olvidamos de la dimensión de la gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo del
otro. Por esto, quisiera recordar una vez más la absoluta prioridad de la
“salida de sí hacia el otro” como uno de los mandamientos principales que
fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del
camino de crecimiento espiritual. >>
El Papa menciona y dice
que se comprende que Job, al final de su dura experiencia, dirigiéndose a Dios
pudiese afirmar: «Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos»
(42,5).
Y continua, para acabar
mencionando a la Cruz como lo que plenamente explica el sentido del dolor:
<< Sabiduría del
corazón es ser solidarios con el hermano sin juzgarlo. La caridad tiene
necesidad de tiempo. Tiempo para curar a los enfermos y tiempo para visitarles.
Tiempo para estar junto a ellos, como hicieron los amigos de Job:
«Luego se sentaron en
el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una
palabra, porque veían que el dolor era muy grande» (Jb 2,13).
La experiencia de Job
encuentra su respuesta auténtica sólo en la Cruz de Jesús, acto supremo de
solidaridad de Dios con nosotros, totalmente gratuito, totalmente
misericordioso. >>
Y para terminar,
Francisco confío esta Jornada Mundial del Enfermo a la protección materna de
María, que acogió en su seno a la Sabiduría encarnada, Jesucristo, Señor
nuestro.
Y el Papa dijo:
“Oh María, Sede de la
Sabiduría, intercede, como Madre nuestra por todos los enfermos y por todos los
que se ocupan de ellos”.
Reflexión
personal: Sinceramente me gustaría vivir siempre disponible, entregado, con los
brazos abiertos, con el corazón a flor de piel. Me gustaría tener el alma
limpia como el Papa Francisco y poder seguir paso a paso su vida, su mensaje y
su fe; una fe tan grande que nos colma de esperanza y nos orienta al amor.
En
este día del enfermo pido luz para que cada uno descubramos el hondo sentido
del dolor a través de un Cristo, que cada dia desde la Cruz nos salva.
Publicada
en DIARIO DE AVILA Digital 12 febrero de 2015
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 13 febrero de 2015
Publicado
en Diario de León. Digital 19 febrero de 2015