128 La tierna mirada.

128   La tierna mirada.

Cádiz, aquí es bello contemplar el atractivo singular de ese océano atlántico inmenso que siempre acaba deslumbrándonos y lo hace con esa grandiosa magnitud que le caracteriza, con señorío y elegancia.
Asombrado y ensimismado contemplaba aquí la belleza de la puesta de sol, una visión tan insólita y excepcional que por mucho énfasis poético que pongas en su descripción siempre la realidad supera a lo elaborado del relato.
Es como querer dibujar la silueta de la perfección sabiendo que ello es imposible; y es imposible porque el ser humano no puede abarcar una creación tan perfecta.
Hay cosas muy difíciles de describir, por ejemplo la vida:
Como expresar en un breve relato la grandeza de la vida o como dar una visión escrita del espectáculo del cosmos o del universo.
Como explicar de una manera viva y expresiva: un alumbramiento, el amanecer de la vida.
Como ponerle letra y música a una tierna y limpia escena de amor.
Como pintar un corazón que late mientras fluye en el la sangre de un amor apasionado.
Como describir con palabras el juego ininterrumpido, latente e intenso, de dos miradas que por amor se entrecruzan.
Los ojos revolotean buscando en el otro ese detalle que supere al anterior, el corazón late encendido por el fuego de las miradas, las manos tiemblan queriendo expresar lo inexpresable, el cuerpo entero está alerta ante la magnitud del sentimiento.
Queremos hablar, pero quedamos mudos ante un algo: tan desconocido y tan bello; y seguimos mirándonos; mirándonos uno al otro, presos de un placer difícil de definir. Cuando queremos salir del embrujo la ola del amor nos envuelve de nuevo y volvemos exhaustos a aquellos ojos divinos que contemplamos; y queremos decir, pero no sabemos, ni podemos decir; y queremos hacer pero el cuerpo se atolondra con torpeza.
Estamos inmersos en la cárcel de una mirada brillante, somos esclavos de un momento mágico y vivimos nuevos destellos de la pasión en aquellos ojos resplandecientes. Y vemos otra vez sin cansarnos la grandeza oculta en aquella mirada delicadamente tierna, pero llena de fortaleza.
El tú y el yo se descubren en ese tuteo nuestro y reciproco. Es una sensación apasionante, el silencio acompaña a aquella especialísima acción; y por dentro hablan los corazones en un dialogo sobrecogedor y por fuera sobran las palabras; las manos estorban cuando se entrelazan porque ahora el horizonte del amor está centrado en las miradas.
Y seguimos porque los ojos no se cansan y el amor se hace eterno e intenso.
¡Hasta! ¡Hasta que algo externo e inesperado rompe la romántica armonía del momento, y los ojos con lágrimas de emoción se alejan sin despedirse y el corazón sufre; sufre con fuerza pues no soporta el dolor de la lejanía y la sangre en las agitadas venas se para llena: de pena, dolor y tristeza, y parece acabarse la vida cuando ves alejarse de tu mirada la del otro.
Es un agujón terrible, es el terrible aguijón de la triste despedida.
Este expresivo diseño del amor en los ojos; es un amor que desde allí cala hasta llegar al corazón, pues este amor se podría dedicar a todos los enamorados para que vean siempre en los ojos del otro un emblema de amor imperecedero.
Hay quien experimenta estas realidades; y hay a quien desgraciadamente la mirada del amor: se le pierde en el desván del pasado; se le pierde entre el amasijo de tantas cosas; se le pierde entre la vivencia de otros aconteceres; se le pierde en la realidad triste de un hoy cruel que borra, borra y borra…


Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 13 de agosto de 2014