564 La viga
maestra que sostiene a la Iglesia.
Para el papa Francisco, la misericordia no es solo una
palabra, es más un rostro.
Jesús de Nazaret no es otra cosa sino Amor. Los signos
que realiza; los realiza sobre todo hacia los pecadores, hacia los pobres,
excluidos y enfermos y llevan todos consigo el distintivo de la misericordia.
Para terminar de vivir mejor el Año Santo de la
Misericordia nos pueden ser útiles estas
frases entresacadas de la página del Opus Dei y de la página del Vaticano
correspondientes a los escritos del Papa sobre el perdón y la misericordia:
·
Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer y de beber;
vestir; acoger; asistir a los enfermos; visitar a los ancianos y a las personas
que sufren la soledad; enterrar a los muertos.
Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo; enseñar;
corregir; consolar; perdonar; rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.
·
Conmueve la actitud de Jesús. De Él no escuchamos palabras de desprecio, ni
de condena; sino sólo palabras de ternura, de amor, de misericordia. Este
es su legado
·
¡Muchas veces perdonar es difícil!
Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles
manos para alcanzar: la serenidad, la paz, el sosiego del alma. Para vivir
felices es necesario dejar a un lado: el rencor, la rabia, la violencia y la
venganza.
·
El perdón es una fuerza que regenera y resucita e infunde el valor para
mirar el futuro con esperanza. El perdón es el gran tesoro del buen
cristiano
·
El sufrimiento y la necesidad del hermano me ha de recordar la fragilidad
de mi vida y mi dependencia de Dios y de los demás. Hemos de vivir por y
para los demás.
·
¡Cuánto deseo, dice Francisco, que nuestras parroquias y nuestras
comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio de este desapacible
mar de la indiferencia!
·
El mensaje de la Divina Misericordia constituye un programa de vida muy
concreto, pues implica: las obras, el testimonio, el compromiso.
·
Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil.
Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, generoso y firme,
siempre abierto a Dios y a todos los seres humanos.
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No se puede vivir sin perdonarse. Esta es una labor prioritaria.
Sin perdonarse perdemos la orientación adecuada de la vida.
·
Perdonarse, especialmente en familia, es sembrar de paz la convivencia.
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La misericordia a la cual somos llamados abraza a toda la creación.
Creación que Dios nos ha confiado para ser cuidadores y no explotadores, ni -lo
que es peor- destructores.
Publicada en Diario de Burgos 27 de octubre de 2016
Publicada en “Cartas al
Director, Tu voz en la red” Digital
16
de noviembre de 2016