273 Aquí está “Juan el lechero”
A San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei,
le oí una anécdota que dejó huella en mí, por la forma sencilla en que fue
contada y por la profunda reflexión que podemos sacar de ella; el Santo nos lo
cuenta: “Desde el confesonario escuchaba todas las mañanas, muy temprano, un gran
golpeteo de cacharros en la puerta de la Iglesia. Decidí un día observar desde
la penumbra la causa de ese alboroto. Comprobé que era un repartidor de leche, me
acerque y le pregunté: qué haces por aquí a estas horas, y me dijo vengo a
saludar al Señor, que está presente en el sagrario en la Sagrada Hostia, y desde
la puerta, para no molestar, le digo en unos segundos: "Jesús, aquí está
Juan el lechero".
Esto me conmovió por el amor sencillo y espontáneo de aquel hombre. Y me quede todo el día repitiendo al Cielo: “Señor, aquí está este pobre sacerdote que no te sabe amar como Juan el lechero”.”
Esto me conmovió por el amor sencillo y espontáneo de aquel hombre. Y me quede todo el día repitiendo al Cielo: “Señor, aquí está este pobre sacerdote que no te sabe amar como Juan el lechero”.”
Cada uno quizás tengamos alguna
experiencia parecida, experiencia de personas sencillas que hablan con el Señor
con toda naturalidad; nosotros podemos aprender de ellas, de su sabiduría para hablar
con Jesucristo y hacerlo con espontaneidad, con dulzura; de la forma que lo
hacía: “Juan el lechero”.
Yo de mi Madre tengo ejemplos
vivos y llenos de humildad; se notaba
que ella amaba a Jesús y me enseñó a rezar con la sencilla naturalidad de quien lo vive a diario, porque forma parte
importantísima de su existencia y de su ser .
Para la oración es muy importante la humildad; el trato con Dios no es fruto de
nuestros conocimientos teológicos, el trato con Dios: es fruto del amor, es
fruto de la espontaneidad con la que tratamos a nuestro Padre; Padre al que
queremos contarle nuestras cosas. La oración es hablar con Dios familiarmente:
de nuestras alegrías, de nuestras tristezas, de nuestros éxitos, de nuestros
fracasos, de nuestras preocupaciones; todo nuestro día podemos darlo a conocer
a Dios, Él nos escucha atentamente y nos brinda su amistad; la amistad de un
Dios cercano, al que podemos dirigirnos con sencillez y transparencia,
sabedores de que Él: está a nuestro lado, anida en nuestro corazón, está
pendiente de nosotros, nos ofrece un modelo de vida para que podamos seguirle;
y para terminar te dejo este punto de Camino, que –si quieres- puede marcar un
objetivo para tu oración personal -de: tú a tú- con el Señor: “que busques a
Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo”. Creo que no hay un
programa mejor para vivir feliz en la tierra. Ante la duda: Prueba y descubre
los resultados y descubre que la ternura de Dios es siempre fortaleza y
estímulo para nuestra alma.