452 El
milagro de un condenado.
El Padre O´Leary nos relata la historia de un prisionero
llamado Claudio, ocurrida en Misisipi, Estados Unidos, en 1944.
Claudio Newman era un hombre de raza negra.
Se había casado cuando tenía 17 años con una chica de la misma edad. Un día, se
encontraba arando en el campo y otro trabajador corrió a decirle que su esposa
estaba gritando dentro de su casa. Inmediatamente Claudio corrió y encontró un
hombre atacando a su mujer. Claudio se enfureció, tomó un hacha y le rajó la
cabeza al asaltante dejándosela abierta. Claudio fue arrestado. Más tarde fue
sentenciado por asesinato y condenado a morir en la silla eléctrica.
Mientras estaba en la cárcel esperando su
ejecución, Claudio se dio cuenta que un prisionero llevaba algo colgado del
cuello. Él le pregunto qué era eso y el joven Católico le dijo que era una medalla.
Claudio le preguntó: ¿Qué es una medalla? A lo cual el joven no le supo
responder. En ese momento y con ira, el muchacho se quitó la medalla de su
cuello y la tiró al suelo a los pies de Claudio diciendo groserías y
maldiciendo, y le dijo que la cogiera.
Claudio recogió la medalla, y con el permiso
de los celadores de la cárcel la puso en una cuerda y la llevó alrededor de su
cuello.
Durante la noche, mientras dormía fue
despertado por un toque sobre la muñeca. Y allí parada, como Claudio le
contaría luego al sacerdote, estaba la mujer más hermosa que Dios hubiera
creado. Al principio él estaba lleno de miedo. La Señora calmó a Claudio y le
dijo:
·
"Si tú quieres que yo sea tu
Madre, y si te gustaría ser mi hijo, haz que te traigan un sacerdote de la
Iglesia Católica"
Luego de esto, ella desapareció.
Claudio inmediatamente se llenó de miedo, y
empezó a gritar:
·
"Un fantasma, un fantasma".
Y corrió a la celda de uno de los otros
prisioneros. Empezó a gritar que él quería ver a un sacerdote Católico.
El sacerdote que relata esta historia, el
Padre O´Leary, fue llamado a primera hora la mañana siguiente. Él fue y
encontró a Claudio quien le contó lo que le había ocurrido la noche anterior.
Entonces Claudio junto con los otros cuatro hombres de su bloque de celdas
pidió que se les diera instrucción religiosa, y enseñanzas del Catecismo.
Inicialmente, el Padre O´Leary tenía
dificultad para creer la historia. Los otros prisioneros le dijeron al
sacerdote que todo en la historia era verdad, pero que por supuesto, ninguno de
ellos vio o escuchó a la Señora
Fue entonces cuando el sacerdote descubrió
que Claudio Newman no podía ni leer ni escribir. Claudio nunca había ido a la
escuela. Su ignorancia de Religión era aún más profunda.
Claudio empezó a recibir instrucciones y los
otros prisioneros le ayudaron en sus estudios. Llegó el momento en que el Padre
O´Leary iba a dar instrucciones sobre el Sacramento de la Confesión. El
sacerdote dijo a los prisioneros:
·
"Bueno muchachos, hoy voy a
enseñarles sobre el Sacramento de la Confesión"
Claudio dijo: “Yo ya se sobre eso”
Y continuó diciendo:
·
”La Señora me dijo, que cuando
nosotros experimentamos la conversión y vamos a la confesión y nos
arrodillamos, nosotros nos estamos arrodillando, no delante de un sacerdote,
sino que nosotros nos estamos arrodillando ante la cruz de su hijo. Y que
cuando nosotros sentimos realmente dolor por nuestros pecados y los confesamos,
la Sangre que él derramó fluye sobre nosotros y nos baña y libra de todos los
pecados"
El Padre O´Leary y los asistentes se quedaron
totalmente sorprendidos. Claudio pensó que estaban enfadados y les dijo:
·
"Oh, no se enfaden, no se enfaden.
Yo no debí haberles revelado esto"
El sacerdote dijo:
·
"Nosotros no estamos enojados.
Estamos sorprendidos”.
Y pregunto:
·
“¿Has vuelto a verla de nuevo?”
Claudio le respondió:
·
"Venga padre conmigo, vamos allí y
alejémonos de los demás"
Cuando estaban solos, Claudio le dijo al
sacerdote:
·
"Ella me dijo que si usted dudaba
o me mostraba desconfianza, que yo le recordara que cuando usted estaba caído
en una zanja en Holanda, en 1940, usted le hizo una promesa a Ella, la cual
Ella está todavía esperando que le cumpla."
Y el Padre O´Leary, recuerda en sus escritos
que Claudio le dijo exactamente cuál era la promesa que él le había hecho a la
Virgen María. Esto convenció al Padre O´Leary de que Claudio estaba diciendo la
verdad acerca de las visiones de Nuestra Señora la Virgen María.
Después regresaron a la clase del Catecismo
sobre la Confesión.
Y Claudio les siguió diciendo a los otros
prisioneros:
·
"Ustedes no deberían de sentir
miedo de ir a la confesión. Ustedes realmente le están diciendo los pecados a Dios,
no a este sacerdote o a cualquier sacerdote. Le estamos diciendo los pecados a
Dios."
Después Claudio les dijo:
·
"Saben ustedes, La Señora dijo
que la confesión es como un teléfono. Nosotros hablamos a Dios a través del
sacerdote y Él nos habla también a través del sacerdote"
El significado de la comunión:
·
“Claudio les dijo que la Señora
también le había enseñado a él acerca de la Sagrada Comunión, y le pidió al
padre que le dejara decirle lo que le había dicho ella.”
Claudio les relató:
·
"La Señora me dijo que en la
Comunión, yo solo puedo ver lo que parece un pedazo de pan. Pero que “Eso” es
realmente y verdaderamente Su Hijo. Y que Él estará conmigo”.
Finalmente Claudio fue recibido en la Iglesia
Católica.
Y llegó también el tiempo para que el fuera
ejecutado. Su ejecución iba a ocurrir a las doce de la noche.
El Jefe de la Cárcel le preguntó:
·
"Claudio, tú tienes el privilegio
de una última petición. Que deseas":
o
"Bueno, ustedes están todos
conmovidos. El carcelero lo está también. ¿Pero acaso no entienden ustedes? Yo
no voy a morir. Tan solo este cuerpo. Yo voy a estar con Ella. Entonces: ¿Puedo
tener una fiesta?
Y el Jefe de la Cárcel preguntó: "Que
quieres decir".
Contesto Claudio: "Una fiesta". Y
continuó:
·
"¿Le pueden dar ustedes permiso
al Padre para que traiga algún ponché y a los prisioneros que estén libres en
el salón principal y una vez todos reunidos tener una fiesta?”
Ellos tuvieron su fiesta. El sacerdote había
traído libros de oración de la Iglesia y todos hicieron las Estaciones de la
Cruz y tuvieron una Hora Santa.
El sacerdote fue a la Capilla para sacar el
Santísimo Sacramento y darle a Claudio la Sagrada Comunión.
Antes de la ejecución, el Jefe de la Cárcel llegó
gritando:
·
“¡Perdón oficial! ¡Perdón oficial! El
Gobernador le ha dado una tregua de dos semanas”
Claudio no se había dado cuenta de que el
Gobernador y el Abogado del distrito estaban tratando de parar la ejecución
para salvarle su vida. Cuando Claudio se dio cuenta, empezó a llorar.
El sacerdote y el Jefe de la Cárcel pensaron
que esta era una reacción de alegría porque el ya no iba a ser ejecutado. Pero
Claudio dijo:
·
"¿Hombres, ustedes no saben? Si
ustedes alguna vez miraran en el rostro de Ella, y miraran en sus ojos, ustedes
no quisieran vivir un día más"
Después Claudio se preguntó:
·
"¿Por qué? ¿Por qué todavía me
tengo que quedar aquí por otras dos semanas?"
El sacerdote le recordó a Claudio acerca de
un prisionero de la cárcel quien odiaba a Claudio intensamente. El prisionero
había llevado una vida horriblemente inmoral y también iba a ser ejecutado a
muerte.
El sacerdote dijo:
·
"Quizás Nuestra Madre Santísima
quiere que tu ofrezcas esta abnegación de estar con ella, para su conversión. Por
qué no le ofreces a Dios cada momento que tú estás separado de Ella por este
prisionero, para que de esta manera él no tenga que estar separado de Dios por
toda una eternidad?"
Dos semanas después, Claudio fue ejecutado.
El Padre O´Leary cuenta:
·
"Nunca he visto a alguien ir a su
muerte con más felicidad y gozo. Aun los testigos oficiales y los reporteros de
los periódicos estaban asombrados. Decían que no podían entender como alguien
se podía ir y sentar en la silla eléctrica realmente radiante de felicidad.”
Sus últimas palabras para el Padre O´Leary
fueron:
·
"Padre, yo lo recordaré a usted.
Y cuando usted tenga una petición, pídame, y yo se la pido a Ella"
Dos meses después, se llegó el momento para
que el hombre de raza blanca quien había odiado a Claudio fuera ejecutado, el
Padre O´Leary dijo:
·
"Este fue el hombre más sucio, la
persona más inmoral que yo haya conocido. Su odio por Dios, por todo lo
espiritual, desafiaba cualquier descripción"
Justo antes de su ejecución, el doctor le
rogó a este hombre que por lo menos se arrodillara y dijera un Padre Nuestro
antes de que el Jefe de la Cárcel viniera por él, pero el prisionero le escupió
la cara al doctor.
Cuando él había sido asegurado en la silla
eléctrica, el Jefe de la Cárcel le dijo:
·
"Si tienes algo que decir, dilo
ahora", pero el hombre condenado empezó a blasfemar.
De repente el condenado a muerte paró, y sus
ojos se fijaron en la esquina del salón, y su rostro se llenó de terror
absoluto y ¡gritó despavorido! Entonces, volviendo su rostro al Jefe de la
Cárcel, le dijo:
·
"Jefe, consígame un
sacerdote!"
El sacerdote sin embargo estaba escondido
detrás de unos reporteros puesto que el hombre condenado había amenazado
maldecir a Dios si veía cualquier sacerdote.
El Padre O´Leary inmediatamente fue hacia el
hombre condenado. El salón fue desocupado de todo el resto de gente y el
sacerdote escuchó la confesión del hombre. El hombre dijo que había sido
Católico, pero que se había salido de su religión cuando tenía dieciocho años
debido a su vida inmoral.
Cuando todo el mundo regresó al salón, el
Jefe de la Cárcel le preguntó al sacerdote:
"¿Que le hizo a este hombre cambiar de
idea?", "Yo no sé" le respondió el Padre O´Leary, "yo no le
pregunté por eso".
El Jefe de la Cárcel dijo:
·
"Bueno, yo no voy a poder dormir
si no lo sé", así que se le acercó al hombre condenado y le preguntó:
"Hijo, ¿qué te hizo cambiar de idea?
El prisionero le reveló lo siguiente:
·
¿Recuerda a ese hombre de raza negra,
Claudio, a quien yo odiaba tanto? Pues bien, él está parado allá (señaló), allá
en la esquina. Y detrás de él con una mano sobre cada uno de sus hombros esta
la Madre Santísima. Y escuché a Claudio decirme:
o
"Yo ofrecí mi muerte en unión con
Cristo en la cruz por tu salvación. Ella ha obtenido este regalo para ti: el de
que tú puedas ver tu lugar en el Infierno, si no te arrepientes".
Y entonces me fue mostrado mi lugar en el Infierno, y ahí fue cuando yo
grité y pedí la confesión.
Este, fue, y es, el poder de Nuestra Señora.
Hay mucho paralelismo entre estos hechos de
la historia de Claudio Newman y el mensaje de Fátima en 1917:
·
Confesión Sacramental y Sagrada
Comunión.
·
Hacer sacrificios por los pecadores.
·
La visión del Infierno.
·
Dijo Nuestra Señora de Fátima “Muchas
almas van al Infierno, porque nadie reza y hace sacrificios por ellas.”
Fuente:
John Vennari de “Catholic Family News.” Traducido del
Inglés por el Apostolado del Trabajo de Dios.
Publicada en “Cartas al
Director, Tu voz en la red” Digital 11
de mayo 2016