43 Carta a los Reyes
Magos
Que entre el aire puro de
la concordia
Con la ilusión de los niños, que viven impacientes la tan
esperada noche; que sueñan despiertos pensando en tan magno acontecimiento; que
multiplican con su imaginación la felicidad desbordante, que al ser tan intensa esta prendida con fuerza en su pequeño pero gran corazón. Con esa misma ilusión yo, adentrado
en la madurez por el camino sin retorno de la edad, os escribo, y también como
hice tantas veces cuando niño pongo bien las señas, dirigiéndolas a Oriente.
Con solo ese dato, seguro estoy, de que la misma llegará a su destino.
Y sin más, con el convencimiento que me ofrece la
inocencia de esta noche mágica os pido, en primer lugar ilusión, para que todos
afrontemos la vida sin caer en el pozo de un desánimo que nos hunde y nos
inutiliza, impidiendo afrontar con
vibración nuestras ocupaciones.
Os pido Majestades que, usando de vuestros reales
atributos, cuidéis de nuestras familias, hoy sometidas a tantas presiones, que
a veces no pueden soportar. Ayudadles para que huyan de la discordia en un
tiempo de rupturas, que ocasionan gran pesar en los más pequeños. Procurar que todas las familias firmen con el sello
de la paz su convivencia y abran las ventanas de sus hogares para que entre el
aire puro de la concordia.
Os pido por tantos y tantos pobres, llenaos de humanidad,
haceros Reyes de todos ellos, llevadles -al menos- el aliento de vuestra
esperanza. Tocad también nuestro corazón, para que reaccionemos y busquemos
solución a tan grave desequilibrio social, que rompe la armonía de una
humanidad que debe de buscar, ante todo, el bien de todos los hombres.
Y de entre los desafortunados, os pido -como no- por esa legión
de hambrientos, son miserables entre los miserables, que ocupan cada vez más nuestro planeta. ¡Socorrerles! ¡Ya sabéis lo que ellos
necesitan!
En forma de lamento que quisiera fuera eficaz, os pido
trabajo para tantos y tantos como deambulan inquietos de un lugar a otro,
soportando la angustia en su desventurado empeño. Empeño que desgraciadamente
acaba siendo tan insistente como ineficaz.
Os pido que entreguéis al mundo la vida de tantos niños,
son los Santos Inocentes de nuestra era, ellos dejan de existir antes de que
sus ojos se abran a la luz del mundo, no pueden salir del “sagrario” materno, porque
para ellos el sagrado lugar se transforma en catafalco funerario.
La paz, uno de los dones más grandes de este mundo dolorido
por inestabilidades continuas, también os la pido, porque ya sabéis que los
hombres de hoy, aún, y cada día más, somos dados al turbulento afán
guerrillero, o cuando menos al terrorismo, que llena de tristeza y de temor horrendo
a tantos seres inocentes. Quitad de nuestras vidas esta lacra y conseguid para nosotros
el tesoro preciado de la concordia.
Respecto a España os pido el democrático deseo de
construirla cada día.
Un país necesita del afán de sus gentes para bordar el
tapiz espléndido del progreso.
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Os pido alegría, mucha alegría, toda la alegría y..........
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Publicada en Diario Jaén el día 5 del 1 de 1997
Publicada en Diario el Correo
el día 5 del 1 de 1997