513. El Cielo una dicha inagotable.

513.  El Cielo una dicha inagotable.

Trinidad y Antonio María son dos queridos ibreños. Ibros. Jaén, que han tenido la grata dicha de una muy prolifera fecundidad, ocho hijos, quince nietos y muchos amigos. Antonio María con más años en Ibros que Trinidad, y por su carácter abierto y campechano, era muy querido entre sus paisanos; además lo era: por su cariño, por su simpatía y por la fuerza de su robusta y atrayente amistad.
Trinidad, como María en el hogar de Nazaret, supo permanecer oculta; atendiendo, sin tregua, el cada día en una familia súper numerosa.
Ellos, estos ilustres ibreños, ya han llegado a la meta. Los dos, han llegado al paraíso: a gozar de Dios; y a gozar de la evolutiva sinfonía de un éxtasis en el que las estrellas juegan con el sol, mientras que la luna observa la multiplicidad de cambios de un cosmos infinito, indescriptible y en plena y gozosa armonía.
El cosmos, en la órbita celeste del cielo, está en perfecta sintonía con la inmensa obra creadora de Dios.
Y ese cosmos, en su pura sinfonía científica, musical, angelical y artística es tan excelso, que uno queda como sumergido y sobrecogido ante la belleza inmaculada: de sonidos, de visiones, de ilusiones y de paisajes placenteramente indescriptibles y que producen una inmensa felicidad y un cristalino manantial de inagotables gozos.
Y del Cielo que nos dice ese gran santo llamado Pablo. Él nos dice:
·        “Ni ojo vio, ni oído oyó lo que Dios tiene preparado para los le aman y para los que se aman”
Antonio María ama a Trinidad.
Trinidad ama a Antonio María.
Y Antonio María y Trinidad aman a Dios
¿Y Dios, por ello, que les ha preparado? Dios les ha preparado:
·        La sobreabundante esencia de un amor en plenitud.
·        La vivencia mágica de una vibrante, colosal e ininterrumpida experiencia. 
·        La culminación eterna de una infinitud felizmente dichosa.
Y terminamos con un Amen, un Amen rotundo, un Amen que garantice y selle la veracidad de lo dicho.
Y para ese Amen acudimos a María. Acudimos con prontitud a la inconfundible ibreña. A la ibreña, Virgen y Madre: María de los Remedios. Ella, en el Cielo, es un clamor incesante y vibrante para que todos los cristianos entren en el Paraíso.
Ese Paraíso, ese edén, ese jardín inimaginable, que de ahora en adelante para Trinidad y Antonio María es su definitiva casa en el Cielo.

Publicada en DIARIO DE ÁVILA Digital   5 de junio de 2017

Publicada en Diario JAÉN    9 de junio de 2017