71 Contigo, Dios, a contrapelo

71  Contigo, Dios, a contrapelo     
       
Gracias Señor por estos años en esta familia tuya dentro de la Iglesia llamada Opus Dei, aunque dando traspiés he podido estar, y quiero seguir estando, con decisión y un aceptable grado de firmeza.
Hubiera querido que, en mi vida, hubiera habido hasta ahora: más coherencia, más fidelidad, más profundidad evangélica. Aquí, en la Iglesia y en el Opus Dei, es verdad que he estado y sigo estando siempre: buscando decididamente ese manantial de aguas puras y cristalinas con las que no tener nunca más sed, buscando además: ese mana sabroso, esa palabra divina, ese tesoro, esa dicha … De todo he encontrado, pero: “No he sabido saciarme, ni he sabido llenar las alforjas: de más pureza, de más bondad, de más gracia, de más amor”.
Muchas veces me he perdido en mi propia mezquindad, me he perdido en el desaliento de transitorias preocupaciones y a Ti Señor Jesús te he dejado, te he dejado a ti Jesús mío para hundirme miserablemente en el lodazal de mis propias inquietudes y desasosiegos. Jesús no te he sabido ver tantas veces, no te he sabido oír, no he sabido pisar fuerte y seguir caminando, y me he parado: en esa cloaca inmunda o en ese placer o en ese paraje acaramelado e inconsistente o en esa contienda inhumana y desalentadora.
Otras veces he perdido la confianza en Ti o he perdido negligentemente tu mirada limpia; en otras ocasiones: me he distraído, me he aburguesado, me he dormido; y te he dejado solo y he dejado solos también a los tuyos: a tus pobres, a tus enfermos, a tus atribulados, a los hombres y mujeres que te ignoran o a aquellos otros que te insultan y te matan; todos de una forma u otra necesitaban de mí. Señor de nuevo, una vez más te he ignorado sabiendo las necesidades de este mundo; un mundo que muchas veces se precipita en abismos infernales; y yo sin hacer caso he huido buscando un placer o un descanso, he huido lejos de Ti…
Y pronto de nuevo asombrado he visto mi soledad y mi desolación y he vuelto como el “hijo pródigo” al encuentro del Padre. He vuelto a mí divina casa, junto a los míos.  He vuelto a ese hogar en el que: Tú hablas, Tú explicas, Tú nos das calor, Tú nos amas. Y ahora Señor, de nuevo estoy contigo: cuídame, para que nunca más me prive de tu acogedora presencia.

Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 28 de marzo de 2014

Publicado en Forumlibertas.com   31 de marzo de 2014


Publicado en La Nueva EspañaPrensa Asturiana. Digital. 3 de abril de 2014