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Este nos estorba
Una
mujer está embarazada. Una tesitura difícil. Ella no se lo esperaba. Al parecer
había sido como consecuencia de una fiesta con la que la pareja y un grupo de
amigos celebraban el fin de año. La mujer insiste en que no está preparada. El
posible padre indica que él no quiere complicaciones. El bebé no puede hablar,
ni decidir.
La
mujer aturdida acude a la psicóloga del centro médico de la mujer, hablan
mutuamente, la mujer pone énfasis en su papel de víctima, la psicóloga le da
algunas indicaciones y le recomiendan que acuda al ginecólogo.
En
esas indicaciones la psicóloga da un diagnóstico a la paciente con la que el
médico puede prescribir el aborto. Y en su momento dicho aborto se realiza. Y
el día indicado durante la práctica, entre otras cosas, el médico susurra:
“Aquí hay que cortar por lo sano”.
Ciertamente
la expresión es certera. En el feto todo está sano, lo que no está sano es el
corazón de unos y de otros. No están sanas las entrañas sin piedad de quien así
actúa.
Todo
está sano menos el alma dura y encerrada en sí de esa mala madre que permite
entrar en su vientre la mano y el arma homicida. Ni está sano: el padre egoísta,
ni el médico sin escrúpulos, ni la
enfermera infame, ni los que permiten estos hechos, ni los indiferentes, ni los
que decimos -de una u otra forma- que por qué no se va a poder realizar este
acto.
Todos
somos cómplices, de alguna manera, de los millones de abortos que se realizan
en el mundo.
Ante
el aborto, ante el hambre que se puede evitar, ante las calamidades permitidas,
ante la corrupción generalizada no vale la indiferencia o se actúa o se es
cómplice. ¡En todo caso tú decides!
Publicado
en Diario de Córdoba. Digital 7 enero 2016
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 18 enero de 2016