174         Una Obra, un fundador.

Quisiera comenzar una serie de cartas dedicadas a la figura de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Las causas fundamentales son:
a) Que este año se celebra el centenario de su nacimiento. 
b) Que además se espera que muy pronto se lleve a cabo la canonización
c) Que sería un santo español
d) Que su Obra está muy extendida en esta tierra de Jaén.
e) Que lo conocí en Jerez, en noviembre de 1972
Considero que son suficientes causas para escribir de él.
Y quiero comenzar haciéndolo trascribiendo unas palabras suyas muy hondas y muy profundas sobre cómo fueron los comienzos de esta gran Obra:

“¿Qué medios puse yo? Fui a buscar fortaleza en los barrios más pobres de Madrid. Horas y horas por todos los lados, todos los días, a pie de una parte a otra, entre pobres vergon­zantes y pobres miserables, que no tenían nada de nada; entre niños abandonados, sucios, pero niños, que quiere decir almas agradables a Dios. Fueron muchas horas en aquella labor; ahora sólo siento que no hayan sido más Y en los hospitales, y en las casas donde había enfermos, si es que se puede llamar casas a aquellos tugurios...; eran gente desam­parada y enferma: algunos con una enfermedad que entonces era incurable, la tuberculosis.
De modo que fui a buscar los medios para hacer la Obra de Dios a todos esos sitios. Mientras tanto, trabajaba y for­maba a los primeros que tenía alrededor.
Fueron años intensos, en los que el Opus Dei crecía para adentro sin darnos cuenta... La fortaleza humana de la Obra han sido los enfermos de los hospitales de Madrid; y también los más miserables, los que vivían en sus chabolas, perdida hasta la última esperanza humana; los más ignorantes de aquellas barriadas extremas. Estas son las ambiciones del Opus Dei, los medios humanos que pusimos: enfermos miserables, pobres abandonados, niños sin familia, y sin cultura, hogares sin fuego y sin calor y sin amor. Y formar a los pri­meros que venían, hablándoles con una seguridad completa de que todo se haría, como si ya estuviera hecho.
Luego Dios nos llevó por los caminos de nuestra vida in­terior. ¿Qué puede hacer una criatura que debe cumplir una misión, si no tiene medios, ni edad, ni ciencia, ni virtudes, ni nada? Ir a su madre y a su padre, acudir a los que pueden algo, pedir ayuda a los amigos. Eso hice yo en la vida espiritual. Eso sí, a golpe de disciplina -de expiación, de penitencia-, llevando el compás. ¿Qué buscaba yo?  Buscaba el poder de la Madre de Dios, como un hijo pequeño, yendo por caminos de infancia. Y acudía a San José, mi Padre y  Señor...; y a la intercesión de los Santos...; y a la devoción a los Santos Ángeles Cus­todios.”

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San Josemaría 


Nota: El fundador ya ha sido canonizado

Publicado en Diario JAÉN   8 -  2 – 2002