54 Querido Miguel Ángel
En estos días, cuando tú realizabas el paso a la patria
definitiva del cielo, rodeado del calor de toda España y del deseo de paz. Un
deseo rotundo, sin paliativos, sin fisuras, multitudinario; un deseo que se transformó
en clamor incesante. La calle quería llenar con calor humano el doloroso frio
de tu definitiva ausencia y todos hemos dicho ¡basta! Y el mundo entero se ha
convulsionado. La foto de tu novia dolorida ha recorrido el mundo, era la bella
estampa de un gran amor. Pues como te decía en estos días cayó en mis manos
esta oración, llena de esperanza, de Francisco de Asís, escrita hace 750 años:
Haz de mí, Señor, un instrumento de tu paz.
Donde hay odio, lleve yo amor.
Donde hay ofensa, lleve yo perdón.
Donde hay discordia, lleve yo armonía.
Donde hay error, lleve yo verdad.
Donde hay duda, lleve yo fe.
Donde hay desesperación, lleve yo esperanza.
Donde hay oscuridad, lleve yo luz.
Donde hay tristeza, lleve yo alegría.
En estos días, que se han dicho tantas cosas, yo no tengo
más que esto que decir. Tú que ya estas con Francisco de Asís, con Ignacio de Loyola,
con Francisco Javier, con Teresa de Jesus, con Juan de la Cruz, con..... haz
llegar a nuestros oídos el susurro, dulce susurro, de una tierna canción de
amor, de paz, de concordia, de libertad. Por favor róbale a Dios -junto a Él ,
muy cerca, estás- un poco de su inmensa bondad y desde el cielo espárcela, para
que sirva de semilla que ablande y enternezca el, tantas veces, duro e
impenetrable corazón del hombre.
Miguel Ángel, un abrazo.
Publicada en Diario JAÉN 20
de
7 de 1997