Después del sabor
amargo de la triste derrota Bética “derrota que Andalucía ha sentido como suya”
hemos podido comprobar la dicha de la victoria moral. El buen hacer tiene
siempre como corona el reconocimiento, y la afición ha brindado a sus jugadores
el homenaje que merecen unos hombres que con indiscutible maestría han sabido,
a lo largo de esta brillante temporada, bordar con los colores blanco y verde
el gran tapiz del fútbol han elaborado magistralmente y con buen
talante el arte de este deporte “Rey”.
Pues bien, como
colofón a la indiscutible maestría, los Béticos han ido a visitar al Señor del
Gran Poder, Señor de Sevilla; han peregrinado a su basílica para postrarse ante
Cristo Jesús, Señor del mundo y de la historia, para ofrecerle el sabor agridulce
de la derrota, y el esfuerzo de toda una temporada llena de brillantes
contraluces.
Yo siempre he
elogiado el gesto de aquellos que han puesto a los pies de su Señor Jesús, su
contradicción, su pena, su cruz... Y que, ese dolor, se lo han ofrecido, sabiendo
que Él, dueño de la victoria definitiva del hombre, transformará en dicha
imperecedera, el triste sabor de la aparente desdicha.
Publicada en Diario JAÉN 6 del 7
de 1997
Publicada en Diario ABC (Sevilla) 10
del 7 de 1997