131 El
triste eco del alma
Te miro pero no hay nada.
Te veo pero no hay nada.
Te oigo pero no hay nada.
Te hablo pero no hay nada.
Te digo que no hay nada: y ni me miras, ni me ves,
ni me oyes, ni me hablas.
Y tras el silencio …
… Tras un largo silencio.
Y envuelto en el vacío.
Oigo a lo lejos:
… No hay nada …
Y el eco del alma, tristemente deshecha, repite:
No hay nada, no hay nada, no hay nada …
Aunque la luz, de nuevo, podría estar en esa grata
esperanza que siempre o casi siempre resurge.
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 20 de agosto de 2014