285 Padres e hijos, del desamor al desaliento.
El
tema elegido por el Papa Francisco el miércoles 23 de junio en la catequesis de la Audiencia General fue sobre:
·
“Las
heridas que se abren en la propia convivencia de las familias”
En
la Plaza de San Pedro, el Pontífice nos dice:
·
¿Qué
sucede cuando en la misma familia se
hace mal y se provocan heridas que dejan una marca para toda la vida?
Para
responder nos recordó:
·
“El
hombre y la mujer casados son <<una sola carne>> y por tanto, sus
heridas son también las de sus hijos”.
Y
nos dice:
En
la familia, todo está entrelazado:
·
“Cuando
su alma está herida en cualquier punto, la infección contagia a todos”.
·
“Y
cuando un hombre y una mujer, que se han comprometido en ser <<una sola
carne>> y a formar una familia, piensan obsesivamente en las propias
exigencias de libertad y de gratificación se distorsionan. Y esta distorsión
afecta profundamente el corazón y la vida de los hijos”.
Y
nos dice con tristeza el Papa:
·
“Muchas,
muchas veces, ante esto, los niños se esconden para llorar solos”.
Que
sostiene.
·
“El
vaciamiento del amor conyugal difunde resentimiento en las relaciones. Y a
menudo esa desintegración <aplasta> a los niños”.
El
Papa comentó:
·
“Estas
heridas cuando son descuidadas se agravan y se convierten en: prepotencia,
hostilidad, desprecio. Entonces se pueden ocasionar laceraciones profundas que
dividen al marido y a la mujer, e inducen a buscar en otra parte la
comprensión, ayuda y consuelo”.
El
Pontífice recordó también la <<dureza>> con la que Jesús pide a los
adultos no escandalizar a los pequeños. Así podemos comprender mejor la grave
responsabilidad de cuidar el inicio de la familia humana.
Pero
también el Papa nos dice:
·
“Es
verdad, por otro lado, que hay casos en los que la separación es inevitable”.
·
“A
veces puede ser incluso moralmente necesario, cuando se trata de evitar al
cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, las heridas más graves causadas: por
la prepotencia y la violencia, por la humillación y la explotación, la
extrañeza y la indiferencia”.
Y
nos planteó también:
·
“A
pesar de nuestra sensibilidad aparentemente evolucionada y de todas nuestros
refinados análisis psicológicos, me pregunto si no estamos anestesiados también
respecto a las heridas del alma de los niños”.
·
“En
este sentido, cuando más se busca compensar con regalos y meriendas, tanto más
se pierde el sentido de las heridas –más dolorosas y profundas– del alma”.
Francisco
afirmó:
·
“Se
habla a menudo de problemas de comportamiento, así como: de salud psíquica, del
bienestar del niño, del ansia de los padres y de los hijos”.
·
“¿Pero
sabemos qué es una herida en el alma?”, se pregunta.
El
Pontífice manifestó:
·
“Cuando
los adultos pierden la cabeza, cuando papá y mamá se hacen mal, el alma de los
niños sufre mucho, siente una especie de desesperación”.
De
hecho, nos dice:
·
“En
torno a nosotros encontramos siempre varias familias en situaciones
consideradas irregulares”.
“A
mí –destaco Francisco– no me gusta esta palabra”.
Y
agregó:
Nos
hacemos muchos interrogantes:
·
¿Cómo
ayudarles?
·
¿Cómo
acompañarles?
·
¿Cómo
acompañarles para que los niños no sean rehenes del padre o de la madre?
Y
termina:
·
“Pidamos
al Señor una fe grande, para mirar la realidad con los ojos de Dios; y una gran
caridad, para acercarse a las personas con su corazón misericordioso”.
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 28 junio de 2015
Publicado
en Diario de Córdoba. Digital 1 julio
de 2015
Publicado en Periódico de Extremadura.
Digital.
2 julio de 2015