28 Quieren trabajar


28   ¡¡Quieren trabajar!!

Es lamentable que nuestros jóvenes, y los no ya tan jóvenes, tengan que acudir no ya al lamento, ni a la súplica, sino a la limosna para pordiosear un puesto de trabajo. Dedicado a ellos, hago estas consideraciones, con el deseo de que algún día no lejano, florezca en nuestra tierra el sabroso fruto de un trabajo para todos: El trabajo es un elemento esencial para que el hombre se realice como persona, y es además el medio más connatural para la supervivencia. Por lo tanto algo tan importante, no puede estar supeditado a estructuras socio-políticas inadecuadas e ineficaces y que en ocasiones solo buscan el bienestar de algunos, sacrificando al de otros muchos.
El mundo camina deprisa, demasiado deprisa, aunque a veces no se sepa hacia dónde va; pero en ese caminar se vislumbra cada vez más que la economía se dirige hacia estructuras que pueden envilecer al hombre, supeditándolo a una poderosa máquina que todo lo arrasa.
Hoy, las premisas de los sistemas de producción nos vienen dadas: impuestas implacablemente. Si intentamos, como debemos, crear sistemas de producción humanos y justos, podemos quizás, encontrar el rechazo de la estructura económica, que lo domina todo, o podemos incluso quedarnos atrás, porque el vivir la justicia, exige a veces un ritmo más cauteloso, perdiendo quizás por ello, el conveniente tren de vida. Pero si hay que hacerlo, ¡hágase! si con ello sale beneficiado el hombre, en su integridad, sin lugar para las fisuras incoherentes.
Quizás, por eso, lo que podemos hoy hacer es convencernos, y convencer a los demás de que el hombre tiene que cambiar desde dentro: tiene que remodelar su más profunda intimidad, para que quepan los demás, los otros. Y qué a través de esos otros, con ellos, tiene que construir su propia prosperidad, y a través de ahí, poco a poco, paso a paso, ira siendo capaz de crear estructuras económicas justas; aunque momentáneamente haya
que “relativizar” la eficacia o disminuirla para conseguir una perfecta sintonía, en la que se patentice que siempre los sistemas han de estar al servicio del hombre y no al contrario.
Insistimos, en que los sistemas que rigen los movimientos económicos, no pueden ser apisonadoras, que aplasten implacablemente a tantos que acaban siendo esclavos de aquellos que desde la cumbre de la sabiduría, “hipotética sabiduría”, manejan con destreza el opresivo mecanismo, que en muchas ocasiones por desgracia, acaba siendo denigrante y alienante.
Estamos, en muchos casos, volviendo de nuevo a estructuras que nos recuerdan tiempos pasados, en los que la esclavitud formaba parte del sistema. No debemos de nuevo engendrar esquemas, en los que se acentúan las diferencias; y eso se conseguirá, si el hombre metido en la interioridad sacra de su conciencia, es capaz de descubrir la dignidad de cada hombre, y busca caminos para que la economía: no enriquezca a los ricos, empobreciendo más a los pobres, sino que enriquezca sin empobrecer; y eso como digo no lo harán solo: los partidos, las instituciones y las ideologías. Lo hará el hombre, cuando haga el descubrimiento de que el hombre, ha de estar ante todo al servicio del hombre, y que toda estructura que aprisione y que aplaste, se aleja del hombre, y al final se vuelve contra él, convirtiéndose en un potente artefacto, de alto poder destructivo. Y esto nos lo demuestra nuestra más reciente historia.
Cuando hablo de esto, no lo hago por supuesto, desde una perspectiva Marxista, en la que nunca he creído, y de la que la historia, en breve tiempo, hará su balance: su breve existencia ya puede en si mismo ser un síntoma de su ineficacia, y otro evidente los resultados poco alentadores conseguidos en los países que se ha puesto en práctica, los cuales hoy sufren el deterioro económico de un sistema empobrecedor, y que dejó notar su ineficacia para crear riqueza, porque para crear miseria cualquier sistema es válido.

Publicado en Diario Jaén  28 del 1 de 1996
Publicado en Diario Ideal   3 del 2 de 1996

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