166 La idea feliz del Matrimonio.

166   La idea feliz del Matrimonio.

Nuestra sociedad nos prepara para todos los oficios, desde el más sencillo hasta el más engorroso, pero para uno de los trabajos más complicado de la tierra que es la convivencia dentro del matrimonio y la educación de los hijos, la mayoría de nosotros acudimos sin ningún tipo de preparación y cuando menos esperamos se agudizan los problemas, se incrementan las complicaciones y todo puede ser de un agobio de tal magnitud: que nos ahogue, que nos hunda y podríamos llegar a un punto que ya no podemos más.
Es más, la mayoría de nosotros emprende esta aventura del matrimonio con una mochila repleta de expectativas fantásticas unas, aunque inciertas y falsas otras muchas. Al comienzo vemos solo las rosas del camino, pero no apreciamos las espinas de un futuro no muy lejano.
Si se ofreciera a las nuevas parejas un manual de instrucciones y un curso prematrimonial apropiado, la tasa de separaciones y consecuentemente el sufrimiento humano que acarrea para la pareja y los hijos se verían considerablemente reducidos.
Es por ello por lo que hemos de insistir en la importancia de una preparación matrimonial adecuada, para ello es también muy importante lo que con anterioridad hemos visto y experimentando en el hogar de nuestros padres. La referencia de nuestros padres es vital para el futuro comportamiento nuestro; no todo se aprende en los manuales, el ejemplo de nuestros padres como hemos dicho y el ejemplo de los hogares de nuestra familia es importantísimo para nuestro futuro, es la referencia básica y primordial.
Tendemos a idealizar la relación de pareja y esto tampoco es malo, pero nadie se libra de determinadas situaciones que cuando se presentan, es frecuente creer que algo marcha mal entre nosotros, en nuestra pareja, o en nuestra relación y si no estamos preparados puede dar al traste con nuestro matrimonio. Es importante conocer de antemano todo aquello que puede ocurrir y si es perfectamente “normal” o no; de no hacerlo podemos magnificar, pensar que sólo nos pasa a nosotros y terminar convirtiendo en grandes problemas lo que pueden ser realidades a aceptar; todo ello sin renunciar a actuar para resolver aquellas contrariedades reales que estén en nuestra mano.
Es muy conveniente ir resolviendo situaciones incómodas, antes que éstas se agraven; en caso contrario podría desencadenarse una espiral de distanciamiento y ruptura que puede acabar en separación.
Las indicaciones siguientes nos pueden ayudar a entender lo que es normal, y ¡hasta necesario!, para que una relación prospere.
Puesto que nadie nace sabiendo: A amar y a convivir se aprende. Necesitamos aprender a: “Pensar en hacer feliz al otro” en vez de medir lo que el otro hace por nosotros; a renovar la ilusión; a comunicarnos sin herir sus sentimientos; a dialogar, a negociar, a gestionar de forma constructiva nuestras emociones. Todo esto es muy importante, pero no nos lo enseñan, suelen ser vivencias del cada día; no nos lo enseñan a pesar de ser más importante para nuestra felicidad que las matemáticas o que cualquier otra asignatura, aun la que uno considere más relevante. Debería ser una asignatura obligada a nivel educativo. Aunque hoy tristemente, dada la poca importancia que se le da a la “Educación en Valores”, todo esto no entra en el aprendizaje educativo de la enseñanza primordial y básica.
En lugar de incluirlo en el aprendizaje de las habilidades sociales para la vida, la única información que recibimos es la que nos proporcionan: los amigos o amiguetes poco delicados, las revistas o a veces folletos soases, internet, la televisión y los medios de comunicación, todo con su particular visión: de sexo deshumanizado, infidelidades, rupturas, malos tratos, faltas de respeto y todo tipo de situaciones, deseables o no, acerca de lo que es el auténtico y generoso amor o de lo que es la convivencia.
Otro aspecto importante es no confundir el verdadero amor con la pasión y la locura transitoria inicial. “Estar enamorado pasionalmente o apasionadamente es una etapa de la relación que no dura para siempre”. Estos fuegos de luz y color son o suelen ser pasajeros y duran solo unos pocos años.
El amor crece con el tiempo y con el esfuerzo. Por lo tanto hay que aprender a construir y mantener un amor. Compartimos la falsa creencia que si las cosas marchan bien es que estamos enamorados y si tenemos dificultades significa que no lo estamos.
Otro delicado error es creer que el amor es cuantificable y que siempre hay que tener el máximo y que toda la vida va a durar ese cautivador amor inicial.
El esfuerzo, aunque suene poco espontaneo y natural, es necesario y decisivo en los momentos claves. 
Tu relación de pareja es como un bello jardín que requiere: mimo, atención y cuidado; y si lo abonas, lo riegas y arrancas las malas hierbas, con constancia y poniendo el máximo empeño, florecerá durante toda la vida; y en cuanto dejas de hacerlo, tu relación puede empezar a sucumbir.
Cuenta también con Dios. Él es el gestor de un amor profundo; pues Él nos ha creado para amar y por ello ha hecho del amor el fundamento primordial de nuestra ¡si queremos! bella y apasionante existencia.
Fuente de datos: Carmen Serrat Valera en Religión en Libertad.

Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital   8 noviembre de 2014 

Publicado en La Nueva EspañaPrensa Asturiana. Digital. 10 noviembre de 2014