460 El fervor Macareno de la calle Parras.
La calle Parras
debe su nombre a este arbolado singular que abundaba en los muchos huertos que
se ubicaban en el barrio de los Macarios. Populoso barrió este, que es el de la
Macarena, y que en esta mañana de Viernes Santo se engalana con aires marianos
para esperar a la Virgen de la Esperanza.
La calle Parras
va de Relator a Escoberos. Y parece una Vía Romana por donde las más insignes legiones
de la Roma Imperial escoltaban con belleza y esplendor inigualable al Señor de
la Sentencia y a su Santa y queridísima Madre.
Una calle de
trazado recto, en una vía que se llamaba así, Parras, ya en el lejano siglo
XV.
En el “Nº 36” nos
recuerda un azulejo que allí nació Juanita Reina, la cantaora macarena más
universal.
Y en un balcón
de esta misma calle, el del “Nº 22”, le cantaba Marta Serrano a su Virgen, en
esa emotiva mañana del Viernes Santo. En este balcón luce un azulejo en
recuerdo de esta saetera del alma que tanto lloró a causa de lo que la Virgen
tardó en volver, a causa de la lluvia, de la Catedral tras su Coronación:
·
"Te fuiste por cuatro días y tardaste siete
en volver,
Madre mía
Macarena no nos lo vuelvas a hacer"
Así decía aquella
bellísima saeta.
Una saeta que
era siempre muy esperada por los macarenos, con la que se encogían de vibrante
entusiasmo los corazones de las gentes y con la que las lágrimas regaban fluidamente
sus bellos y emotivos rostros. Y así quedo la leyenda enluciendo hasta el fin
de los tiempos, en un azulejo, esa singular fachada.
La calle Parras es durante todo el año bastión donde carga las pilas el más ortodoxo y ancestral macarenismo.
La calle Parras es durante todo el año bastión donde carga las pilas el más ortodoxo y ancestral macarenismo.
El bar “La
Tertulia” que fue de Miguel Loreto, capataz del paso del Señor de la Sentencia;
y que hoy tiene como ilustres invitados a la Cofradía de San Gil y a la Virgen
de la Esperanza y más entrañablemente aún acoge a la incomparable y sinigual
Centuria Romana. Es esta una tabernita que posteriormente regentó un armao, y en donde sus pequeñas dimensiones
hacen que se intensifique la grata y apasionante tertulia cofrade.
Y de allí a una
casa mítica en la historia y en la leyenda de esta calle, el hogar de Enrique
Pavón, un macareno del machamartillo. Enrique Pavón hizo fortuna por sus derribos
de las casas viejas de antaño, en unos años en que estaba de moda derribar.
Enrique, sevillano castizo, amigo de toreros y de flamencos, hizo de la piqueta
un modus vivendi que le dio para vivir desahogadamente. Como anécdota, la
entrevista que Francisco Correal le hacía en un periódico sevillano, allá por
los 80, y que tituló así:
·
"La única vez que entré en la Universidad fue para
tirarla".
Y en la casa
“Nº 33”, cantaron y cantan insignes saeteros al paso de la cofradía macarena:
·
Manolo Mairena, Rocío Jurado, Juana Reina, Mercedes Cubero, Pili del
Castillo y más recientemente Pastora Soler.
Todos le han
rezado cantando a la Reina de San Gil.
Entre las
singularidades destaca que más de una mañana de Viernes Santo, Manolo Mairena, el
sabio genio de la saeta durante muchos años, le cantó a la Macarena vestido con
la túnica, blanca y morada, de su cofradía de los Gitanos.
La calle tiene un emblemático edificio señorial, que hace esquina con Sagunto y que sobresale del conjunto, es una casa palacio de 1900 obra de Espiau. Hoy día es el Hotel San Gil, catalogado entre los cien edificios mejor conservados de la ciudad.
La calle tiene un emblemático edificio señorial, que hace esquina con Sagunto y que sobresale del conjunto, es una casa palacio de 1900 obra de Espiau. Hoy día es el Hotel San Gil, catalogado entre los cien edificios mejor conservados de la ciudad.
Una
singularidad más de esta calle tan macarena es que tiene una carbonería. Sí, ciertamente
existe una carbonería de las de toda la vida, y en ella venden desde cisco
picón a carbón mineral o a especiales para barbacoas. Está en la esquina con
Relator y ni que decir tiene que en esta mañana inigualable aquello es una “negra”
explosión de macarenismo.
También en el “Nº
8” hay un azulejo que recuerda a un ilustre macareno, un médico y humanista de
mucha fama en la Sevilla de posguerra, el doctor Andrés Tirado Figueroa.
En el “Nº 9”,
existe una placa adosada al balcón y que conmemora que allí estaba ubicado el
convento de San Basilio, enclave histórico donde se fundó la Hermandad de la
Macarena en el año 1597.
Así es la calle Parras, un enclave trascendental en el discurrir de la cofradía macarena; y donde la llama viva del macarenismo luce con tertulias de todo tipo a lo largo del año. Lugar archiencantado; relatado por exégetas; y por cuantos han estado allí, y que encumbrados por la emoción vivida, por la profundidad del sentimiento cofrade, se han visto capacitados para:
Así es la calle Parras, un enclave trascendental en el discurrir de la cofradía macarena; y donde la llama viva del macarenismo luce con tertulias de todo tipo a lo largo del año. Lugar archiencantado; relatado por exégetas; y por cuantos han estado allí, y que encumbrados por la emoción vivida, por la profundidad del sentimiento cofrade, se han visto capacitados para:
·
Narrarlo, pregonarlo, anunciarlo, cantarlo y vivirlo.
Aunque la Macarena
es excelsa por donde vaya; Parras es lugar especialísimo para entender a la
perfección en qué consiste ese cortejo de merino, terciopelo y ricos plumajes
que tiene como cima de belleza su excepcional palio y sobre todo lo que bajo él
se cobija.
Y allí, en
Parras:
·
En ese viernes de dolor y esperanza.
·
En ese viernes de Gitanos y de Angustias.
·
En ese viernes de Tres Caídas.
·
En ese viernes de Esperanza marinera y trianera.
·
En ese viernes de: Silencio, de Calvario y de Supremo Poder.
·
En ese viernes de recogimiento penitente y de un Mayor Dolor.
·
En ese viernes de: Carretería, de Conversión y de Soledad de María
·
En ese viernes de: Calle Castilla, Cachorro y Guadalupe.
·
En ese viernes en el que la O callejea con señorial humildad de Triana a
Sevilla.
·
En ese viernes de triste Mortaja y luto silencioso.
·
En ese viernes en el que la insigne cofradía de San Isidoro y Loreto sale de
su colegiata.
En este viernes
de dolor amargo, todavía nos queda un luminoso rayo de tierna y delicada esperanza,
pues procedente de Relator y tras pasar por Amargura llega la Macarena, callejeando
–como Ella sabe- con solemne belleza y con deslumbrante seriedad.
Quien no haya
visto a la Macarena por Parras:
·
No ha visto a la Macarena.
·
Ni conoce Sevilla.
·
Ni sabe el sagrado porqué de una mágica y fervorosa madrugá.
Y bien se puede
afirmar que, en el itinerario de la cofradía, esta calle es -sin duda de ningún
tipo- algo así como la Calle Mayor del macarenismo: andaluz, sevillano y
universal.
¡Golpe de
martillo! ¡El capataz contiene la emoción! ¡Una voz rota resuena!:
·
Costaleros estamos en Parras, en la calle Mayor. El inmenso gentío nos
estruja. Los corazones laten con fuerza. Y vosotros valientes ya sabéis. Es la
Madre y Sevilla vibra. ¡Esta…. Es! ¡Al Cielo con Ella!
Y la Virgen
impulsada por el amor sube. Y los corazones de nuevo se descomponen por la
grata vivacidad de lo acontecido. Y el que sabe y puede: reza. Y el que no mira
absorto. Todos entienden la grandeza singular de lo que aquí sucede.
Y tu Virgen
Macarena sigues, y sigues hacia adelante, buscando y ofreciendo a la vez, las
deliciosas caricias de un amor eterno.
Fuente: Luis Carlos Peris.
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 22 de mayo
2016