132 El bálsamo dulce de la limpia mirada
Señor,
tú nos das muchos dones, muchos talentos para que los compartamos con los demás
y los hagamos fructificar para gloria Tuya y de tu creación.
Hoy
quiero hablar de algunos de estos dones: el tiempo, la capacidad de amar, la
formación humana y cristiana, la delicadeza, el cariño, la ternura, el bálsamo
dulce de la amabilidad, la justicia, la transparencia, la sonrisa, la mirada
limpia, la mansedumbre, la misericordia.
Muchos
de nosotros podíamos dar a diario, en cada instante estos dones, y sin embargo
nos apalancamos: en nuestro egoísmo, en nuestros cansancios, en nuestras comodidades,
en nuestros decaimientos; y nos alejamos de los demás o al menos no nos
acercamos a ellos.
San
Josemaría decía: “Que poco es una vida para dar, para desagraviar …” Podemos
sentir en nosotros tristemente la apatía: de nuestra dejadez, de nuestro
aburguesamiento; mientras que vemos: las necesidades del mundo, la tristeza de
las guerras, la desolación del hambre, el horizonte de la pobreza.
También
vemos mucha gente sin hogar, desahucios terribles y por otro lado: gente sin formación
cristiana, gente ignorante de las realidades más sublimes. Pensemos en el tiempo
que perdemos inútilmente los seguidores de Jesucristo: mientras los muertos se
acumulan en las calles de nuestro mundo hostil y cruel; mientras el hambre
arrecia con fuerza en tantos cuerpos y en tantos corazones; mientras los corruptos,
cada vez más, alardean de sus vidas egoístas y vacías; mientras los insensatos
ganan terreno.
¡Y
mientras! en este panorama: Dios ausente, Dios en el olvido; a nuestro querido
Dios: se le margina, se le destierra, se le pisotea; y a sus discípulos se les mata
en buena parte del mundo, y a su Cruz Redentora se le escupe.
Los
enemigos de Dios se envalentonan y mientras nosotros: dormidos, sedados por el
placer, atrofiados por nuestra torpe insensatez, cómodamente ubicados en
nuestra egoísta burbuja de insensibilidad tristemente inhumana.
¿Cómo
podemos calificar esto? Yo sensatamente le daría un suspenso rotundo: a nuestra
ramplonería, a nuestra actitud miserable, que casi siempre, casi siempre mira
para otro lado.
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 14 de agosto de 2014
Publicada
en DIARIO DE AVILA Digital 17 de agosto de
2014