101 Tú eres mayor de edad.
El paso de la mayoría de edad es un paso
sorprendente, porque tras el se ha dejado la
infancia, repleta: de emociones, de fantasías, de maravillas indescriptibles y se ha dejado
parte de la adolescencia: la más inquietante, la más vitalista.
Entrando en la madurez |
Ahora para ser algo, tenemos:
que "pelear", que luchar,
que batallar, que comprometernos con la
vida. Ya no nos hará ilusión cualquier cosa y quizás si sentiremos con
frecuencia el zarpazo de la desilusión; antes se nos daba, ahora se nos pide;
antes éramos, ahora tenemos que ganarnos
el ser; antes disfrutábamos, ahora el disfrute está sometido a las
inclemencias inestables del ser que piensa; antes éramos hijos: sin problemas,
sin preocupaciones, ahora tenemos que empezar a pensar que algún día seremos padres; antes comíamos,
nos vestíamos, gastamos, ahora pensamos que comer cuesta, que vestir cuesta,
que gastar cuesta; antes reíamos,
ahora -a veces- para reír hay que hacer
teatro, hay que fingir: ya hasta la risa lleva el peso de la responsabilidad.
El lema de: "pienso luego existo" bien podría venir aquí, puesto que
el salto de la mayoría de edad nos adentra seriamente en el pensar y por lo
tanto nos pone delante el cautivador horizonte de nuestro existir. Pero pensar que uno existe tiene interrogantes serios: ¿Para qué
existe el ser humano? ¿Porqué y para qué somos? ¿Cuál es el camino, incierto en
tantas ocasiones, de nuestro existir?
¿Es incómodo o cómodo el camino? ¿Cuánto dolor encontraremos en él? ¿Para qué
sirve ese dolor? ¿Camina Dios con nosotros? ¿Y nosotros: hemos de caminar con
Dios?.....
En la vida, llega un momento que, esto se da,
que estas experiencias se tienen; momentos en los que uno solo tiene que torear
el toro de la vida, y el toro: tiene
cuernos; tiene riesgos; tiene miedos; tiene, como no, los aplausos de un mundo
apasionante, la ilusión por superar un reto difícil; tiene, los momentos
excepcionales de los trofeos; tiene, ese reconocimiento de la gente cuando una
faena ha salido sobresaliente.
El paso, este paso de la
mayoría de edad, para unos llega cortando de cuajo la edad de la primera juventud: a los doce años, a
los trece,... para otros llega sellando
justamente el salto de los dieciocho, para otros ese paso se retrasa y para
otros esa mayoría de edad nunca acaba de llegar.
Esta carta se la
dedico especialmente a mi querida
sobrina Ana Beatriz, una Iliturgitana, que con los dieciocho años ha roto
definitivamente el molde de la niñez y como si de una explosión mágica se
tratara ha sellado su vida con el valioso lacre de su grata hermosura, dándole
a su cuerpo y a su alma el noble brillo
de una belleza que resplandece. Querida, busca siempre en la verdad el cauce certero que encamine tu vida; es en
esa verdad donde encontrarás el culmen supremo de una madurez que te llenará,
en plenitud, de felicidad.
Publicado en Diario JAÉN 19 - 3 - 1999