68 El reencuentro de los hijos pródigos.
Hay
un dicho, pienso que bastante acertado, que dice: “el que no vive cómo piensa
acaba pensando cómo vive”. En muchas ocasiones, quizás casi siempre, a la hora
de actuar tenemos buena voluntad, pero por las circunstancias de la vida vamos
dejándonos llevar y no vivimos de la misma forma que pensamos,
indiscutiblemente las adversidades son muchas y las circunstancias hacen que
actuemos de distinta forma; en otras ocasiones es la pereza o la comodidad o el
simple hecho de que haciendo lo que nos parece la vida es aparentemente más
llevadera.
Es
cierto que los imponderables, el ambiente en el que vivimos, el desgaste
continuado por las circunstancias adversas, la comunicación negativa que
recibimos en tantas ocasiones, todo esto influye para que a veces nuestra forma
de actuar sea distinta a nuestra forma de pensar; y nuestros ideales van por un lado y nuestra vida por otro; nuestras creencias
van por un lado y nuestra actividad cotidiana por otro muy distinto, es por
ello por lo que de forma continuada tenemos que estar rectificando el rumbo; la
brújula de nuestros aconteceres se desconecta de una forma de pensar que hemos
aceptado como nuestra y que es la ruta acertada.
Continuamente
por lo tanto para que nuestra vida sea coherente tenemos que estar dispuestos a
rectificar, y siempre como hemos dicho esa rectificación no es fácil.
Para
llevar a cabo esta actividad continúa de rectificación y de esta manera no
perder el camino definitivamente es necesario la ayuda de personas que dirijan
nuestras vidas; personas bien formadas que conozcan nuestro camino y que nos
pueden ayudar a llegar a buen término. Esta ayuda tan necesaria, en el aspecto
espiritual, se denomina dirección espiritual.
Por ejemplo: “En el Opus Dei, en
particular, se ha subrayado desde el principio la importancia de la dirección espiritual, continuando con las directrices de
mucho tiempo atrás que sigue la Iglesia Católica. El espíritu genuinamente
secular de esta prelatura personal lleva
a que se marque particularmente, en el ejercicio de la dirección espiritual, la
libertad y responsabilidad personal de cada uno en su ámbito profesional,
familiar, social, político, etc.
En palabras de su fundador, San Josemaría Escrivá, "la tarea de dirección espiritual hay que orientarla no dedicándose a fabricar criaturas que carecen de juicio propio, y que se limitan a ejecutar materialmente lo que otro les dice; por el contrario, la dirección espiritual debe tender a formar personas de criterio. Y el criterio supone madurez, firmeza de convicciones, conocimiento suficiente de la doctrina, delicadeza de espíritu, educación de la voluntad" (Conversaciones, 93). La dirección espiritual en el Opus Dei busca expresamente, prioritariamente y muy especialmente: la orientación de la vida interior y del ejercicio de las virtudes cristianas.
En palabras de su fundador, San Josemaría Escrivá, "la tarea de dirección espiritual hay que orientarla no dedicándose a fabricar criaturas que carecen de juicio propio, y que se limitan a ejecutar materialmente lo que otro les dice; por el contrario, la dirección espiritual debe tender a formar personas de criterio. Y el criterio supone madurez, firmeza de convicciones, conocimiento suficiente de la doctrina, delicadeza de espíritu, educación de la voluntad" (Conversaciones, 93). La dirección espiritual en el Opus Dei busca expresamente, prioritariamente y muy especialmente: la orientación de la vida interior y del ejercicio de las virtudes cristianas.
Pues
en esta línea de la dirección espiritual está la Confesión frecuente a través
del Sacramento de la Reconciliación que como decía San Josemaría es el
Sacramento de la Misericordia de Dios que no quiere: “la muerte del pecador
sino que se convierta y viva”. Cuando cometemos un pecado nuestra vida podemos
decir que se desorienta del fin que nos hemos marcado y necesitamos de la Confesión
por dos motivos: primero para que Dios nos perdone el pecado cometido y segundo
para adquirir la gracia necesaria para rectificar el rumbo y seguir por el
camino adecuado, dicho de otra manera para que no acabemos pensando cómo
vivimos y sigamos viviendo o intentando vivir como pensamos.
Y
nos podemos preguntar y porque hacer esta rectificación o esta petición de
perdón con el sacerdote ¿es que no la podemos hacer directamente con Dios? No
la podemos hacer directamente con Dios, en la religión católica, porque
Jesucristo dijo a sus apóstoles, se lo dijo a ellos concretamente y no a otros:
“A quienes perdonéis los pecados le serán perdonados y a quienes se lo retengáis
les serán retenidos”
Esta
es la lógica que ha utilizado Dios a través de su Iglesia para rectificar el
rumbo, para que no acabemos perdiéndonos en los caminos que acaban en el abismo
de una vida rota, de una vida muerta o de una vida sin sentido.
Publicada en “Cartas al
Director, Tu voz en la red” Digital 16
de marzo de 2014
Publicada en DIARIO DE AVILA Digital 20 de marzo de 2014
Publicada en
Diario de Burgos 20 de marzo de 2014