491 El dulce clamor de la Esperanza
Día
18 de diciembre se celebró la fiesta de la Virgen de la Esperanza.
Esta
fiesta se celebra una semana antes del día de Navidad y se celebra para conmemorar
la expectación de María ante la proximidad del parto. En muchos lugares de
nuestra tierra se tiene devoción a esta advocación mariana, siendo estas normalmente advocaciones que hacen
referencia a la semana Santa.
En
Sevilla, en concreto, el título de esperanza lo llevan cinco vírgenes:
·
Esperanza Macarena, Esperanza de Triana, Gracia y Esperanza, la Virgen
de la O y Esperanza Trinitaria.
Quiere
decir que en Sevilla, como en tantos otros lugares, la semana Santa se viste de
clamorosa esperanza.
Y
además en la mayoría de los casos estas devociones ocupan un lugar
especialísimo dentro del marco inconfundible y privilegiado de la semana Santa.
La
Esperanza para los cristianos, además del nombre que se le da a la Virgen, como
no podía ser de otra manera, pues la Virgen es la gran esperanza de los
cristianos, es una virtud teologal.
Las
virtudes teologales son tres: fe, esperanza y caridad.
La
virtud de la esperanza es la confirmación de que tras la espera viene todo lo
bueno que la fe nos promete.
¿Y qué
es eso bueno que la fe nos promete?
¿Cuál
es el contenido pleno de la gran promesa?
La
promesa es vivir inmersos en la exuberante y dichosa plenitud del amor. Vivir
inmersos en Dios.
Por
lo tanto ante la adversidad, ante la contradicción, ante el desaliento, ante la
tristeza, tenemos que saber que ante todo: brilla la esperanza, y que la
esperanza es la certeza de que aquello que Dios nos ha dicho en su día se
cumplirá.
Por
lo tanto no podemos quedarnos tras los nubarrones del mal en sus diversas formas
y tenemos que descubrir, cada día, la belleza que esconden la fe y el amor.
Ciertamente
nuestro mundo de hoy no es un mundo apetecible para vivir con optimismo la
esperanza, pero tenemos que tener una fe suficiente como para darnos cuenta de
que la esperanza da color y viveza a la oscuridad de tantos y tantos
acontecimientos.
Nuestro
Dios es un Dios de esperanza y por lo tanto esa esperanza y sus sabrosos frutos
nos llegaran a todos; y mientras nos toca actuar y perseverar fielmente con el
objetivo de construir un mundo mejor, un mundo en el que la esperanza, la fe y
la caridad florezcan y resplandezcan en todo y para todos.
Publicada en DIARIO DE ÁVILA
Digital 20 de diciembre de 2016
Publicada en Diario JAÉN 24 de diciembre
de 2016
Publicada en “Cartas al
Director, Tu voz en la red” Digital
25 de diciembre de 2016