475 Nos espera para abrazarnos.

475   Nos espera para abrazarnos.

Los enfermos son un tesoro, solía decir  gráficamente san Josemaría, porque al vivir el ascetismo sonriente, que era tan preciado por él, el enfermo puede convertir su dolencia en oración:
·        “Niño. Enfermo. Al escribir estas palabras, ¿no sentís la tentación de ponerlas con mayúscula? Es que, para un alma enamorada, los niños y los enfermos, son Él”. Camino, 419.
En el “El hombre de Villa Tevere” se nos dice:
·        “El dolor de unos, se convierte en un tesoro para otros también; porque, al cuidarle, practican la virtud de la caridad y se enriquecen en tanto que el cuidado que prestan es lo mejor que pueden ofrecer. La enfermedad es un tesoro para la Iglesia porque cada persona enferma participa en la Pasión de nuestro Señor en la Cruz”.
El enfermo en estado grave, al acercarse al momento del encuentro personal con Dios, se dirige hacia ese instante de una manera especial. Este encuentro tiene un efecto de purificación profunda y, al mismo tiempo, de paz:
·        “Este hombre se muere. Ya no hay nada que hacer”.
Fue hace años, en un hospital de Madrid.
Después de confesarse, cuando el sacerdote le daba a besar su crucifijo, aquel gitano decía a gritos, sin que lograsen hacerle callar:
o   ¡Con esta boca mía podrida no puedo besar al Señor!
Pero, ¡si le vas a dar un abrazo y un beso muy fuerte enseguida, en el Cielo!
¿Has visto una manera más hermosamente tremenda de manifestar la contrición?   
Vía Crucis. San Josemaría.
Este bello episodio de la vida del Fundador resume idealmente su actitud frente a la muerte y el dolor. El valor purificador del sufrimiento de aquel gitano adquiere una dimensión ilimitada y, junto con la gracia del sacramento de la Penitencia, la muerte pierde el sentido del temor.
El temor se convierte, en cambio, en la auténtica oportunidad:
·        “Poder contemplar a Dios cara a cara, no como Juez, sino como Padre amoroso que nos espera para abrazarnos”.
En una ocasión, algunas enfermeras le preguntaron cómo podían mejorar en su trabajo, y él contestó:
·        “Necesitamos muchas enfermeras cristianas. Vuestro trabajo es un sacerdocio, mucho más que el trabajo de un médico. He dicho mucho más porque vosotras tenéis la delicadeza, la proximidad de estar siempre cerca al paciente. Creo que para ser enfermera, se requiere una verdadera vocación cristiana”.
En otra oportunidad, explicó aún más el anterior planteamiento:
·        ¡Que Dios os bendiga! Pensad que estáis cuidando a la Sagrada Familia de Nazaret y que la persona enferma es Jesús… O pensad que es su Madre.
Tratadles con amor, con cuidado, con delicadeza.
Aseguraos de que no necesiten nada.
Yo rezo por vosotras porque pienso en el bien o en el mal que podéis hacer.
A una persona que está espiritualmente preparada, se le puede hablar de su estado con franqueza. Pero si éste no es el caso, debéis aprovechar cualquier oportunidad para ayudarles a acudir a la Confesión y a recibir la Comunión.
Y llegará el momento en que la persona que está enferma, deseará que se le diga que se va al Cielo. Yo mismo conozco algunos ejemplos muy hermosos.
El fundador del Opus Dei nos decía que para buscar la santidad en el trabajo, debemos llevar a cabo la labor con perfección, con competencia profesional:
·        “La santidad está compuesta de heroísmos. Por tanto, en el trabajo se nos pide el heroísmo de acabar bien las tareas que nos corresponden, día tras día, aunque se repitan las mismas ocupaciones. Si no, ¡no queremos ser santos!
San Josemaría hablaba de la labor médica asignándole el calificativo de misión sagrada, por su cercanía con los que sufren, que son imágenes de Cristo en la Cruz:
·        Afirmas que vas comprendiendo lo que quiere decir:
o   “Alma sacerdotal”.
No te enfades si respondo que los hechos demuestran que lo entiendes sólo en teoría.
Cada jornada te pasa lo mismo: al anochecer, en el examen, todo son deseos y propósitos; por la mañana y por la tarde, en el trabajo, todo son pegas y excusas:
o   ¿Así vives el sacerdocio santo, para ofrecer víctimas espirituales, agradables a Dios por Jesucristo?
Fuente: P. Binetti

Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 
13 de junio de 2016

Publicada en Diario JAÉN       20  junio  2016